Enganchados

10/11/2018
 Actualizado a 07/09/2019
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Ya he hablado en varias ocasiones del tema de las redes sociales en este espacio. ¿Me gustan las redes sociales? Sí. ¿Las utilizo en mi día a día? Sí. ¿Pierdo el tiempo en redes sociales cuando podría hacer otras cosas mucho más interesantes? Sí. ¿Me considero que estoy enganchada a mi móvil? Probablemente diría que no, pero puede que la realidad sea distinta. El otro día, hablando con una persona más mayor que yo y que el tema de las redes sociales le queda más lejos, me confesaba que pensaba que estaba enganchada al móvil. Y no sólo ya por las redes sociales, sino por todo lo que nos supone hoy en día su uso: correo electrónico, Google, Whatsapp, GPS para ir a cualquier lado… en fin, todas esas funcionalidades que nos hacen la vida más fácil pero que también nos hacen absolutamente dependientes e inútiles. Cuando descubro que cada vez hay más gente joven que tiene que ir a terapia para superar la adicción al móvil, me sorprendo. Problemas del primer mundo… pero en realidad lo puedo entender perfectamente. Veo constantemente situaciones absurdas a mi alrededor –aunque puede que otras personas, al verme a mi, también piensen lo mismo– como estar en una cena y ver que la pareja de al lado no habla. Cada uno está con su móvil y como mucho interactúan para contarse lo que el otro está viendo en su pantalla. Gente que mientras está haciendo ejercicio en la elíptica se hace un ‘selfie’. Gente que en su perfil de Instagram parece la persona más feliz del mundo, pero en realidad es gris, muy gris. Estar tomando algo con alguien, charlando, y que mientras conteste mensajes de Whatsapp… ¿Es una falta de respeto? Lo hemos normalizado, porque suponemos que la otra persona puede estar a las dos cosas al mismo tiempo. Pero la realidad es que no. Tendríamos que tomárnoslo igual de mal como si alguien se tirara un eructo en medio de la conversación. Puede sonar fuerte, pero es así. Deberíamos desconectarnos más para conectar mejor con nosotros mismos y con el resto. Porque un icono de un beso nunca será como darte un beso.
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