Encefalopatía Espongiforme Bovina, mal de las vacas locas (I)

1.348 fue el año de la "peste negra" producida por una bacteria, Yersinia pestis, como ahora sabemos, trasmitida por las pulgas que viajaban con las ratas a las personas y luego entre personas. Tardaba años en extenderse por el mundo.

Manuel Bernardo
07/08/2020
 Actualizado a 07/08/2020
Familia de ejemplares de raza asturiana de los valles, Puerto Somiedo.
Familia de ejemplares de raza asturiana de los valles, Puerto Somiedo.
"Habían los años de la fructífera encarnación del hijo de Dios, llegado al número de 1348, cuando en la egregia ciudad de Florencia, bellísima entre todas las de Italia, sobrevino una mortífera peste. La cual, bien por obra de los cuerpos superiores, o por nuestros inicuos actos, fue en virtud de la justa ira de Dios, enviada alos mortales, para corregirnos, tras haber comenzado algunos años atrás en las regiones orientales, en las que arrebató innumerable cantidad de vidas y desde donde, sin detenerse en lugar alguno, prosiguió, devastadora hacia Occidente extendiéndose de continuo». Así comenzó el Decamerón de Giovanni Bocaccio, escrito ese año.

En el escrito final de la manifestación de Madrid el 17 de noviembre de 2019 dijimos que los veterinarios éramos personal sanitario y cuidábamos de la salud de las personas. Se leyó que: «Los virus emergentes constituyen nuevas amenazas infecciosas que podrían llegar a causar una gran epidemia, una situación de emergencia global, los virus, son susceptibles de aliarse con el cambio climático y la globalización, para hacer su aparición y propagarse».

«Son virus de los que se conoce muy poco, para los que no hay vacuna ni tratamiento», concluía el manifiesto, cuatro meses antes de declararse el Estado de alarma en España. Algo sabemos los veterinarios de epidemias y pandemias, ¿no les parece? Pero vayámonos un poco más atrás, acerquémonos al inicio de este siglo XXI. Le tocó lidiar, y nunca mejor dicho, con las «vacas locas», con la Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB) a J.J. Francisco Polledo, doctor veterinario leonés. Era una autoridad sanitaria importante entonces, a caballo entre finales del pasado siglo y comienzos de éste, había sido director general de Salud Pública en Castilla y León, y después lo fue, en el Ministerio de Sanidad en Madrid.

Se transmitía a las personas por los alimentos, principalmente por carne y subproductos de vacuno enfermo La EEB fue un grave problema sanitario. Se transmitía a las personas por los alimentos, principalmente por carne y subproductos de vacuno enfermo.Pero la imagen más reconocida a través de los medios de comunicación, fue y es, la de Juan José Badiola Diez, también veterinario leonés, de gran prestigio, catedrático en Zaragoza y director del Laboratorio Nacional de Referencia de Encefalopatías Espongiformes (EEB). En sus palabras: «la más grave crisis alimentaria que se ha producido en la historia, en toda Europa». Como infección alimentaria sí que lo fue. Como intoxicación alimentaria, fue más grave el ergotismo, que causó el «fuego de san Antonio», en la Edad Media, otro día les contaré algo, del «ignis sacer».

Badiola leyó el manifiesto veterinario en Madrid el 17 de noviembre de 2019. Premonitorias fueron sus palabras, acerca de los virus, el cambio climático, la globalización y las pandemias.

La EEB comenzó en España con 2 casos en el año 2000. En 2003 fueron 167. Actualmente el riesgo en España según la OIE es insignificante. Pero no se puede ni se debe bajar la guardia. Ha habido en 2019, dos casos recientes de EEB atípica, en granjas de vacuno, uno en Zamora y otro en la Coruña.

La EEB es una zoonosis alimentaria, enfermedad que de los animales, a través dela carne de vacuno enfermo, pasa al ser humano. Tiene un largo período de incubación, tarda años en aparecer. Su origen fue una aberración alimentaria, «una barbaridad», otra más, creada por los humanos.

Es la consecuencia de alimentar herbívoros como si fueran carnívoros, con proteínas de piensos (carne y huesos) de otros animales enfermos de encefalopatía, concretamente, ovejas con «scrapie».«Por nuestros inicuos actos»,parafraseando a Bocaccio, se fabricó una enfermedad nueva, que nuestros «exsocios»europeos británicos, «cocinaron» allá por la mitad de los 80, con 226 muertes de personas en todo el mundo, casi todas en UK, algunas en Francia y solo 5 en España. Hubo que sacrificar y destruir ganado vacuno, (millones de vacas y de libras esterlinas) por toda la UE y especialmente en Reino Unido, pero hubo que hacer millones de analíticas, y mucha epidemiología de campo, para evitar el contagio a los humanos.

UK renovó casi toda su cabaña ganadera bovina, con la solidaridad, sanitaria y económica en euros, de toda la UEUK renovó casi toda su cabaña ganadera bovina, con la solidaridad, sanitaria y económica en euros, de toda la UE. El 70% de los gastos corrieron a cargo de la UE. Eso es la solidaridad, una ventaja para el que la recibe y un inconveniente para los que dan, es el equivalente actual de la fraternidad, que los revolucionarios franceses, enarbolaron junto a la libertad y a la igualdad, doscientos años antes, para dar paso al Estado moderno. Algo, que a los países frugales les cuesta entender, cuando no les toca recibir a ellos.La CEE, ahora UE, nació para hacer, para ser, y para tener en común, carbón, acero, economía, agricultura y ganadería, seguridad alimentaria, movimientos de personas y de mercancías, moneda. Gobernanza en común. España se incorporó en 1986. La solidaridad y el acervo tradicional y legal han sido y son, «el tarro de las esencias»UE.Parece que ahora, económicamente Europa ha actuado ya en común. Veremos en Salud Pública, si lo hacen.

‘One health’ es la dirección correcta, UNA SOLA SALUD. La Comisión Europea está por la labor. La OMS también. Pero volvamos a las «vacas locas» y al decir de Cervantes «a la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente y advertencia de lo porvenir».

Los británicos renovaron casi todo su ganado vacuno o «en esas estaban» (sacrificaron más de cuatro millones de vacas) cuando a continuación en 2006, tuvieron una gran epidemia de Fiebre aftosa o glosopeda, con más de 4000 focos activos de enfermedad y entre 7 y 10 millones de animales de pezuña hendida, sobre todo cerdos y vacas, fueron sacrificados después en UK. (12.000 millones de euros solidarios, costó la glosopeda a la UE). Las desgracias nunca vienen solas, según la ley de Murphy: «todo es susceptible de empeorar». Equivale a nuestro refrán, «a perro flaco todo son pulgas». La EEB es una enfermedad creada por los humanos, el agente infeccioso es un prión-proteína, que rompió los esquemas de la teoría de la infección, teoría que perduraba a lo largo de los años, desde Koch, que había logrado probar la teoría germinal de las enfermedades infecciosas, por sus investigaciones en tuberculosis y que fue galardonado con el Nobel en Medicina y Fisiología, en el año 1905. Un año antes que nuestro Santiago Ramón y Cajal. Los priones modificaron la teoría científica de Koch. La teoría de la infección establece que, el agente patógeno infeccioso, tiene que tener capacidad para penetrar en el organismo, no estimular las defensas o que estas no le contrarresten, para multiplicarse y tener capacidad de lesionar. Los priones son el ejemplo de que la Ciencia avanza con verdades relativas. Recuérdenlo...»Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte, contemplando, como se pasa la vida, como se viene la muerte, tan callando».Jorge Manrique (Coplas a la muerte de su padre).

¿Cómo es que una proteína, una molécula, iba a causar enfermedad, no era, no es, un agente infeccioso (al uso). No es una bacteria, no es un virus, no es un protozoo, no es un hongo, no tiene ácidos nucleídos, ADN ni ARN. No puede multiplicarse. El mecanismo de acción de los priones, es decir, la patogenia de la EEB, implicaba que no se multiplicaba, sino que «convencía» a las proteínas del ser vivo al que afectaba, a las vacas por el pienso contaminado, y al humano, por determinados alimentos, carne contaminada, y las convencía para que se transformaran en proteínas defectuosas, causantes de enfermedad. ¿Unas proteínas «convencen» a otras proteínas ?. Así es. Les hacen cambiar su estructura. Tradicionalmente desde Hipócrates hasta Pasteur, (casi dos mil años) la visión de la medicina antigua, era que las enfermedades provenían de dentro del cuerpo, y eran debidas a un desequilibrio de humores, ese era el concepto médico de la enfermedad. Aunque la mayor parte de las enfermedades, eran y son producidas por microorganismos con procedencia animal. (No olviden que de 1415 agentes patógenos conocidos, 863 son de procedencia animal).

Cuando «explotó» el tema de las vacas locas en España, a finales del año 2000, era grande el desconocimiento, el desconcierto y la incertidumbre, en la comunidad científica y entre los Veterinarios, porque los Priones habían sido descubiertos en 1982 por Stanley G. Prusiner. (En 1997 ganó el Nobel de medicina).

La profesión veterinaria no estaba preparada técnicamente para abordar el problema. Pero lo hicimos. Nos armamos de trabajo y de valor, pues no se sabía con exactitud si había más vías de contagio que la alimentación. ¿Podría haber contagio por vía oro nasal, o por vía aerógena? Se resolvieron las dudas, la incertidumbre y las actuaciones, sobre la marcha. ¿Les suena lo que digo?. Es Covid 19, hace 20 años. Una enfermedad nueva, fabricada, no por una conspiración, sino para ganar libras esterlinas. El vil metal la fraguó. Fue Covid 19, pero en el ganado vacuno y con potencialidad para transmitirse al humano por los alimentos. Es una enfermedad mortal y desconocíamos casi todo.La EEB fue reconocida y definida por vez primera en el Reino Unido en abril de 1985. Se detectó el primer caso de encefalopatía espongiforme bovina (EEB) en Ashford, Gran Bretaña. Al año siguiente, en la misma localidad los casos subieron a 50 y en 1987 había 450 animales enfermos en toda Inglaterra, cifra aceptada por el Ministerio de Agricultura británico (MAFF). «Ese mismo año se creó la comisión Southwood para estudiar el problema y en 1988, con 4.500 casos de EEB, la enfermedad pasó a ser de declaración obligatoria».En 1989 «la comisión inglesa admitió que los piensos con proteínas de origen animal son los causantes de la enfermedad. Se prohibió el uso de ese alimento en los herbívoros, en el Reino Unido, pero no se prohibió su exportación, ni su venta».

Grandes, los británicos eh? Y solidarios
. Para ellos prohibidos los piensos, pero para los demás se podían vender y exportar. Así se la transmitieron al resto del mundo. «Pero tú, cuando des limosna que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha, para que tu limosna sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» Mateo 6.3.Una mano para la enfermedad, otra para recaudar libras. El MAFF rechazó que la epidemia pudiera suponer un riesgo para los humanos, los políticos británicos ocultaron datos para favorecer la potente ganadería de UK, aunque en una sesión celebrada el 20 de marzo de 1996, Stephen Derrell, ministro de Sanidad, «anunció en el parlamento británico la existencia de 10 casos de encefalopatía espongiforme en humanos, todos en sujetos menores de 50 años». Entre 1987 y 2007, el Reino Unido notificó más de 180.000 casos, es decir, el 97% de la totalidad de casosen el mundo. Sacrificaron 4,7 millones de vacas de una cabaña de 11,5 millones. Fallecieron 180 personas de la nueva variante de Creutzfeldt-Jakob hasta 2007. Siguieron vendiendo piensos por todo el mundo y sobre todo en Europa, Francia, Holanda, Bélgica, alguno en España y Portugal.

To be continued...


Manuel Bernardo Alvarez.
Veterinario
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