En Vallecillo sí hay playa

Y está a 220 kilómetros. Todo es cuestión de perspectiva y lo saben Javier y Aída, organizadores del Festival Playa-220 que este verano vuelve a esta localidad del sureste leonés cargada de propuestas ‘la mar’ de novedosas

T. Giganto
04/07/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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En Vallecillo sí hay playa, y si no la hay, se pinta. Los ocres de la orilla ya los pone el propio paisaje de la zona, y el mar inunda desde hace casi un año el frontón del pueblo. El movimiento lo ponen Javier Martínez y Aída Mas, los arquitectos organizadores del Festival Playa-220, una cita que repite en esta localidad del sureste leonés entre los días uno y cinco del próximo mes de agosto. Ellos son Taller Topotesia, una conjunción que surgió de sus proyectos finales de carrera, que hablaban de los mismos temas pero desde prismas diferentes. Y como pasa en las grandes historias, un bar y unas cervezas les hicieron complementarios. «Y ya sabéis, la unión hace la fuerza», dicen. El conocimiento del terreno, dos llamadas, unos billetes de tren y mucha ilusión hicieron el resto: Playa-220 había nacido.

Analizaron la situación de España, «su vacío demográfico, el éxodo de décadas y el abandono de las administraciones que ha dejado que la ruina avance, que el patrimonio se pierda, que la población envejezca y muerta y que ha permitido que en poco, solo queden cuatro núcleos urbanos importantes y supervivientes». «Estamos hablando de unos 5.000 municipios españoles con menos de mil habitantes. Algunos de ellos no tienen opciones, y es algo natural, pero hay muchos con unas posibilidades impresionantes fruto del progreso: tecnología, comunicaciones, infraestructuras. Esos lugares son nuestros focos de trabajo», explican. Con Playa-220 quieren combatir todo eso, actuar. Pero, ¿cómo? Basándose en la arquitectura pero complementándola con otras actividades ya que según su perspectiva «el modo de actuar allí donde la sociedad está muriendo parece que debe ser con todos a la vez arrimando el hombro y trabajando en equipo». «Decidimos quitarnos la ropa, colocarnos el bañador y meternos en el mar de Playa-220, creando un formato que permitiera introducirse en uno de estos contextos para trabajar sobre él, transformarlo, revolucionarlo y empezar esa regeneración y reactivación social y cultural de la que siempre hablamos», cuentan Javier y Aída. Y llegaron a Vallecillo, donde conocieron a Javier Lagartos, alcalde de la localidad, que no les dijo que no en ningún momento mientras el escepticismo se apoderaba de quienes no creían en el proyecto. Pero Vallecillo confió en ellos, con 80 habitantes y un patrimonio arquitectónico muy rico y de costumbres propias que quizá en la zona no son nada del otro mundo, pero sí un mundo para el que se acerca a ellos por primera vez. No estamos hablando de un festival multitudinario, nos referimos a una cita en la que propios y extraños se dicen "hola" cuando se encuentran por la calle, organizan cenas comunitarias y a los participantes los vecinos les invitan a sus bodegas y casas y les dejan mantas para combatir el frío de las noches en Tierra de Campos . Y ahí reside precisamente una de las grandezas de este festival, en que cuando los participantes de la edición del pasado verano se fueron, sintieron que dejaban allí su segunda familia. Otro de los fuertes de la cita es el aprendizaje y los workshops, conferencias e intervenciones artísticas que llevarán a cabo y cuyo marco de trabajo se centra en la regeneración y reactivación urbana del territorio en que se insertan (en este caso Vallecillo), interviniendo directamente en él. «Esta es otra de las características y diferencias fundamentales del proyecto, que se toma de un modo fehaciente el lugar donde tienen lugar las acciones como espacio a transformar», y por eso «profesionales de diferentes disciplinas como arquitectura, arte, diseño, música, fotografía, etc., son los encargados de impartir estos cursos y de realizar diferentes intervenciones en el pueblo». Conferencias y exposiciones complementan la oferta para el asistente y la población local.

Playa-220 ofrece workshops de diferentes disciplinas: música, fotografía, arquitectura, diseño...Para participar hacen falta ganas y ser un sujeto «activo», sostienen Javier y Aída, que hacen hincapié en que a Vallecillo han llegado para contribuir y «cambiar las cosas». De momento han revolucionado el mundillo de los festivales, cambiando incluso el modelo al que acostumbramos de acampadas. Las tiendas de campaña se convierten durante los días de Playa-220 en sus casas pero ya piensan en dar un paso más allá y que los asistentes puedan alojarse en las propias casas de los vecinos del pueblo.

No todo han sido facilidades y los organizadores reconocen que el mayor obstáculo fue «no tener ni un duro y levantar todos los cimientos con cero euros en el bolsillo y sin ningún tipo de financiación». «También nos supuso un gran handicap el no ser conocidos, ser nuestra primera vez, lo cual unía inexperiencia con desconocimiento», lamentan. Pero no hay lectura negativa de su actividad y la falta de apoyos se convirtió en una ventaja, la que permitió a Playa-220 ser «totalmente independiente y conseguir que un festival totalmente autogestionado, lo cual le imprimió mucha carácter», explican.

- ¿Y por qué una playa en Vallecillo?
- Bueno, nosotros somos muy del mar. Levantinos, mediterráneos, alicantinos, dilo como quieras: playa, arena, mar. Vida, mucha, en definitiva. Todos asociamos valores como dinamismo, alegría, movimiento, energía, etc., a ese entorno, la playa. Justo lo que faltaba en estos lugares de la ‘España vacía’. Así que estaba claro: lo que queríamos era llevarles la playa, abrir un consulado de la costa, ser los ‘embajadores del mar’ en la zona. Tampoco queríamos resultar engañosos, así que nos aseguramos de medir la distancia a la playa de arena y sal más cercana, Ribadesella, Asturias, 220 kilómetros. No sea que nos aparezca un día alguien en chancletas cabreado. Por si ese día llega, tendremos defensa: lo nuestro es sólo una guía.
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