22/05/2022
 Actualizado a 22/05/2022
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Las barreras arquitectónicas contra las que la autoridad trabaja sin descanso no permitiendo que una reforma de portal lo deje sin su rampa o que determinados bordillos tengan que estar cortados al bies, llevadas a su máxima expresión, o sea, urbanística, serían una carretera multicarril y una vía de tren.

En mi barrio siempre ha habido una de estas últimas. Para superarla, se pasó del cruce a nivel por las buenas (dramático, algún vecino pereció allí) a la pasarela peatonal que dio nombre a nuestro sub-barrio, para acabar ahora convertida en una nueva estructura que lleva años levantándose a base de más kilos de hierro de lo que produce todo Chile en una década y provocando escasez total en los mercados internacionales de esa materia prima (¿que exagero? No la han visto).

Tanto despropósito en la solución de la susodicha barrera urbanística hizo que surgiese la Plataforma para el Soterramiento del Ferrocarril en San Andrés del Rabanedo, que recogía un anhelo basado en un proyecto de hace un par de décadas. Manifa tras manifa los viernes antes de cenar cortando todo el tráfico en el barrio han agitado un avispero que ha logrado reunir 10.000 firmas y que se verá representado en una reunión para tratar el problema con organismos con poder de acción que se celebrará en Madrid (ciudad ejemplo de un soterramiento exitoso, el de parte de la ronda citada por Idealista en su quisquilloso anuncio «¡Hay vida más allá de la M-30!»).

La Plataforma es flexible en sus ambiciones. El umbral mínimo de una de ellas es evitar el tráfico rodado a la altura del tercer piso de un edificio de la manzana. Y para ello proponen opciones diferentes contra el desaguisado. Esta semana han dejado caer que una solución en trinchera podría ser aceptada. Algo así como un surco para que pase el tren por debajo del nivel de la calzada. No sé cuáles son las ventajas y los inconvenientes de ella (más allá de un poco de porquería acumulada y unos cuantos gatos centrifugados por la inercia del tren) pero parece un acercamiento constructivo.

Y,si se consigue, andando el tiempo le ponemos el tejadillo a la trinchera y fuera.
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