En tiempos oscuros solo queda bailar... la Novena Sinfonía

La coreografía del francés Maurice Béjart sobre la obra cumbre de Beethoven llega a escena en Tokio, cuya grabación ofrece este jueves Cines Van Gogh

Javier Heras
19/11/2020
 Actualizado a 19/11/2020
Un momento del ballet basado en la Novena Sinfonía de Beethoven con coreografía de Maurice Béjart.
Un momento del ballet basado en la Novena Sinfonía de Beethoven con coreografía de Maurice Béjart.
El 250 aniversario del nacimiento de Ludwig van Beethoven (1770-1827) iba a celebrarse a lo grande. En 2020 estaban previstos ciclos, conciertos, óperas, certámenes y exposiciones en su honor a lo largo y ancho del mundo, aparte de lanzamientos discográficos. Prácticamente ninguno ha podido llevarse a cabo, pero la ocasión merece recuperar una joya de 2014. Desde Tokio, el veterano Zubin Mehta dirige a un conjunto de 250 músicos y bailarines en la monumental ‘Novena sinfonía’, traducida a la danza por el coreógrafo francés Maurice Béjart (1927-2007). La grabación se podrá ver este jueves  a las 20:00 horas en Cines Van Gogh. Su duración de 88 minutos permite programar ese horario con margen suficiente para el toque de queda.

Este ballet abstracto carece de argumento; se estructura en torno a la música del genio de Bonn y las palabras de Schiller (Oda a la alegría) incluidas en su último movimiento: ‘Todos los hombres serán hermanos’. Un mensaje universal de armonía, fraternidad y esperanza que hoy hace más falta que nunca.

A los espectadores quizá les suene todo esto por la película ‘Dancing Beethoven’. El documental de Arantxa Aguirre alzó la Espiga de Plata en la Seminci y optó a los Goya en 2018. Narraba desde dentro los preparativos de aquel espectáculo: tras la muerte de Béjart, su ayudante Gil Roman asumía la dirección de la compañía afincada en Lausana y volvía a poner en escena –junto al ballet de Tokio y la Filarmónica de Israel– una obra maestra, «pieza magna y básica del siglo XX coreográfico», en palabras del especialista Roger Salas.Estrenado en 1964 en Bruselas, este ballet perdura como la cima del genio marsellés. Bailarín, coreógrafo, director, icono, hizo de la mezcla cultural su seña. De formación clásica –con el legendario Roland Petit–, se atrevió a incorporar a sus creaciones efectos modernos y acrobacias, pantalones vaqueros y leotardos como vestuario, música contemporánea, pies descalzos en vez de zapatillas de punta. Supo atraer a las masas hacia la danza con su cosmopolitismo y su mirada multirracial: en su compañía había (y hay) profesionales europeos, cubanos, africanos, eslavos… «Con él, los bailarines dejaron de parecer objetos decorativos, se mostraron como seres humanos llenos de fuerza y rebeldía», señalaba Aguirre en un artículo.El gusto de Béjart por la gran escala ya se había puesto de manifiesto en sus versiones del ‘Bolero’ de Ravel o el ‘Pájaro de fuego’ de Stravinski, y culminó con la ‘Novena Sinfonía’. La coreografía capta y condensa el aliento épico, el espíritu colosal de la partitura de Beethoven. Cuando el autor de 'Fidelio' la presentó al mundo en 1824, estaba ya sordo, atormentado y enfermo (le quedaban tres años de vida), pero fue capaz de llevar a su límite el arte de la sinfonía, lejos ya de la tradición. Combinó libremente sonata, elegía, requiem, fanfarria y, como mayor novedad, la intervención de cantantes solistas y del coro. Hoy todavía impresiona por su magnitud instrumental, volumen, larga duración, velocidad y también por la precisión de su contrapunto.

La última y más famosa de sus sinfonías –incluso más que la ‘Heroica’ y la ‘Pastoral’– recoge las ideas liberales de igualdad y justicia de Beethoven. Su perfección fascinó a Bismarck y más tarde a Hitler y otras autoridades del régimen nazi, pero por suerte se la asocia a causas más nobles: es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 2001 y sonó en la unificación alemana tras la caída del Muro de Berlín.
Archivado en
Lo más leído