17/04/2021
 Actualizado a 17/04/2021
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Tras recibir la vacuna de Astrazéneca, han fallecido como por casualidad un número de personas en Europa, que han sido referidas por los gobiernos precisamente como números y no como seres humanos individuales, con la responsabilidad que ello acarrearía.

Leo que «la probabilidad de morir por una afección como esta tras ponerse la mentada vacuna es tan baja como una entre un millón». Por el contrario, la covid-19 mata a una de cada ocho personas infectadas mayores de 75 años, y uno de cada 1.000 infectados sintomáticos con alrededor de 40 años. Por lo tanto, los beneficios superan los riesgos y todos a otra cosa mariposa.

¿En serio? ¿de verdad cuela esta teoría del riesgo como justificación? ¿Nos parece a todos socialmente permitido que el precio de que nos salvemos muchos sea o haya sido la muerte de unos pocos que no tenían que haber muerto? Eliminamos así la responsabilidad de los Estados por una negligencia brutal. Que quede claro.

Es intolerable que se nos haga tragar con un riesgo supuestamente permitido en aras de que el número de tromboembolias en individuos vacunados no es mayor que el encontrado en la población general.

Nos dicen que algunas han sido casualidades, que no está claro el nexo causal entre la inoculación de la vacuna y la muerte por embolia. Les recuerdo que tampoco este extremo quedó claro en el caso de la colza en el que resultó probado que todas las víctimas habían tomado aceite desnaturalizado, aunque no pudo demostrarse científicamente cuál fue el elemento dañino (además, hubo personas que tomaron aceite de colza y no contrajeron ninguna enfermedad).

A pesar de todo y de este nexo causal científico no probado, la Audiencia Nacional apreció el nexo causal entre el consumo de aceite de colza y el daño.

En casación el Tribunal Supremo aplicó la doctrina desarrollada por el Tribunal Federal alemán y consideró probado el lazo existente entre el antecedente del consumo y las consecuencias de la muerte o lesiones, ya que es de reseñar que para la determinación de una ley causal natural bastará con que la probabilidad sea mayor que cero.

Que una actividad que implique riesgo signifique considerables beneficios sociales frente a un mínimo de peligrosidad no basta. Es indispensable la absoluta indeterminación de las potenciales víctimas de ese riesgo residual. Que les digan a los que fueron al matadero sin información previa y sin firmar un consentimiento informado que los beneficios superan a los riesgos.

Me parece perfecto que la Unión Europea no renueve contratos para la compra de vacunas de Astrazeneca y Janssen, máxime después de que La Agencia Europea de Medicamentos admita que las tromboembolias deben incluirse como un efecto secundario raro.

No obstante, convendría hacer frente a la responsabilidad en vez de apelar en grandes titulares a un bien común triunfante (con la menudencia de esas vidas humanas cercenadas por casualidad).

Soy una defensora de la vacuna y de las medidas de seguridad que nos dictan los expertos, pero ay amigos, a veces llega un momento, y ese momento ha llegado, en que una se pregunta ¿en serio?
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