"En medio mundo me preguntan ¿qué pasa en León?"

Los premios literarios dependientes de la Diputación tuvieron la fiesta de su entrega en un marco nuevo y tal vez significativo, el Etnográfico de Mansilla

Fulgencio Fernández
19/12/2019
 Actualizado a 19/12/2019
El presidente Eduardo Morán acompañado de los galardonados en los diversos apartados, Libro Leonés, Novela Corta y Poesía. | CARLOS S. CAMPILLO (ICAL)
El presidente Eduardo Morán acompañado de los galardonados en los diversos apartados, Libro Leonés, Novela Corta y Poesía. | CARLOS S. CAMPILLO (ICAL)
«Lo primero que quiero decirles es que aprovechen su presencia aquí para visitar este museo que nos acoge (el Etnográfico Provincial), y no una vez, dos o muchas más (...) Y para acabar voy a hacerlo con la misma recomendación que comencé, que visiten este museo provincial». Fueron las primeras y las últimas palabras del presidente de la Diputación de León, Eduardo Morán, en la entrega de las premios literarios dependientes de la institución provincial: Libro Leonés del Año 2017, Bienal de Poesía 2018 y Premio de Novela Corta Tierras de León 2017. Estas palabras venían a corroborar algo que se intuía al llevar el acto a Mansilla de las Mulas, la apuesta por descentralizar la cultura o, en el caso de la Diputación, llevarla a su marco natural de actuación, las localidades de menos de 20.000 habitantes.

Y en medio de las dos frases descentralizadoras de Morán otra no menos significativa: «Dinamizar culturalmente nuestros pueblos también es luchar contra la despoblación».
Es la primera vez que este acto salía de la capital de la provincia y desde el Instituto Leonés de Cultura se pusieron todos los medios —incluido un microbús— para que organizadores y galardonados se sintieran arropados. Con el diputado de Cultura y maestro de ceremonias, Pablo Pérez Presa, presidieron el acto los galardonados: Saturnino Alonso Requejo, José Antonio Martínez Reñones, Gerardo Rodera y su editor «Mr. Griffin» haciendo malabares para no dejar de ser invisible y Marta Prieto, en representación de su hermano Ignacio, como ganadores del Libro Leonés en sus diferentes apartados; Ignacio Pérez González, por su premio de Novela Corta para ‘Enviaré un ángel’ y el poeta Pedro Antonio Martínez Robles, reconocido por su libro ‘Tu voz, que ahora importa’.

Acudieron a la cita miembros de los diferentes jurados, escritores, editores, algunos diputados provinciales socialistas —José Pellitero, Marcelo Alonso—, el alcalde popular de Mansilla, Miguel Ángel Gago; y otras autoridades de la comarca.


'Aquí están nuestras raíces'

En nombre de los diversos jurados que han concedidos estos galardones y como escritor leonés, con reconocimientos internacionales recientes, tomó la palabra Antonio Colinas, quien justificó la emoción que le producía estar allí en dos sensaciones diferentes, una universal, como la literatura, y otra más personal y emotiva, la de su personal relación con actividades literarias de la Diputación provincial de León, área que, recordó, «en tiempos llevó otro poeta, Antonio Gamoneda».

En el apartado universal con tinte local recordó el escritor bañezano que «cada vez que participó en un acto literario, en cualquier parte del mundo, siempre hay alguien que al final del mismo me hace la misma pregunta: «¿Qué pasa en León? ¿Cómo puede ser posible que haya tantos escritores de calidad en una provincia tan pequeña». Y reconoció el escritor que no está seguro de la respuesta pero sí está seguro de que tiene mucho que ver el de que, como él mismo, «muchos nos hayamos tenido que ir de León pero jamás hemos dejado de mirar hacia nuestra tierra, de recordar que aquí están nuestras raíces, que son las que nutren la visión universal que tiene la literatura, por eso hay tantos escritores leoneses fuera de León».Y en el aspecto más personal apuntó Colinas que no puede olvidar como cuando «era un joven y desconocido poeta, en 1969, me llamaron desde esta casa (la Diputación) para decirme que había sido premiado mi libro 'Poemas de la tierra y de la sangre'. No me encontraron en casa, tal vez estaba con la bici paseando por el río. Y también la Diputación publicó en 1975 el que seguramente es mi libro más buscado, 'Sepulcro en Tarquinia'».El conductor del acto, López Presa, fue introduciendo en su relato continuas referencias a los escritores leoneses, pero fue el presidente quien hizo un recorrido orgulloso y pormenorizado por nuestros literatos consagrados —Leopoldo Panero, Ricardo Gullón, Gamoneda, Pereira, Colinas, Luis Mateo, Merino, Aparicio, Mestre, Llamazares...— y los jóvenes —Manilla, Pablo Andrés Escapa, Noemí Sabugal, Raquel Lanseros...— para reconocerlos como un gran valor. Insistió en poner en valor el Museo Etnográfico y anunció la puesta en marcha de «una red que coordine este museo con todos los que hay repartidos por numerosos pueblos de nuestra provincia».  La labor editorialCompletaron la parte literaria del acto a los galardonados, Rodera en nombre de los ganadores del Libro Leonés, e Ignacio Pérez y Pedro Antonio Martínez.El leonés Rodera quiso hablar del «libro como un objeto bello»y así ensalzar la labor de los editores, pues el premio que representaba nació precisamente para reconocer la labor editorial.Y del editor, al novelista Ignacio Pérez, quien ironizó con el hecho de que al tardar dos años en ver la luz el libro «aunque es un homenaje al monasterio del Escorial... cambian muchas cosas». Reconoció que su novela histórica y el periplo de los personajes, del siglo XVI, por el Camino de Santiago le permitió «trazar perfiles literarios de los protagonistas y de los pueblos que atraviesan», algunos leoneses.

Y de la novela, a la poesía, de la mano de Pedro Antonio Martínez Robles, que agradeció al alcalde de su pueblo, Calasparra, que le hubiera acompañado desde 700 kilómetros, y pronunció un breve pero muy literario, discurso. Recordó a Borges, a José Hierro, quien señalaba que «la poesía te permite decir lo que no se puede decir». Se mostró convencido de que es la poesía la que elige al poeta, «que es un elemento más, como la palabra» y pidió que no le preguntaran por su poesía pues «no la se explicar, voy a leer unos poemas y quien la pueda sentir, que la sienta».

Cerró el acto el jovencísimo Pablo Reguero Martínez, de 17 años, que interpretó algunos temas con chifla y tamboril... y para que reinara la concordia, él que es de la Ribera, de Alcoba, tocó ‘¡Viva la Montaña!’.
Archivado en
Lo más leído