30/07/2022
 Actualizado a 30/07/2022
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Las imágenes de estos últimos días mostrando una España arrasada por el fuego me recuerdan una cita de Tenesse Williams: «Todos vivimos en una casa en llamas, no hay bomberos a los que llamar; y tampoco hay salida».

Si ya sabemos que los veranos son los peores enemigos de nuestros bosques, parece mentira que estos políticos que viven como marajás a costa de nuestros impuestos no sean más previsores. ¿Pero qué se puede esperar de unas mentes tan mediocres y carentes de ideas? ¿Acaso podríamos ni por un segundo esperar a que se anticipasen a la desgracia?

Zamora se ha quemado. Los dos últimos incendios sufridos han supuesto el desalojo de treinta y dos pueblos, ha habido dos víctimas mortales, pero ni la Junta de Castilla y León ni la Diputación han querido declarar el nivel 3 de emergencia. 36.000 hectáreas calcinadas. Y Mañueco y su vocero no dicen nada, se esconden tras asomar en redes la cabeza apoyando con palabras a unos bomberos forestales muy cabreados. Y es que estos valientes solo son contratados en julio y agosto. Y si se desata un incendio en junio o a finales de septiembre, no hay nadie trabajando para frenarlo. Y como tampoco les ha dado la gana de activar el nivel 3, los bomberos de la zona tuvieron que salir junto a sus vecinos a defender su tierra por propia voluntad y dejar parados tres vehículos que podrían haber ayudado mucho en la extinción, pero nadie dio la orden, así que solo queda arremangarse.

Es una vergüenza la mala gestión de la Junta y la de otros organismos que, pudiendo tomar medidas de prevención, se gastan el dinero en chuminadas ecologistas que prohíben tocar una rama en determinados hábitats para proteger a un saltamontes para que luego ardan el bichito y el bosque entero. Buscan culpables. Pirómanos. Intereses oscuros. Chamusquina. No puedo imaginar el dolor de aquellos que han visto cómo el fuego y la dejadez de algunos han arrasado ante sus ojos con lo que era su vida.
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