02/02/2020
 Actualizado a 02/02/2020
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La política municipal tiene que ver con necesidades de la comunidad vecinal tan elementales como el tráfico y el transporte público urbano, el buen estado de las aceras y del asfalto, la depuración del agua, los parques y jardines, los cementerios, o la iluminación nocturna. Sin embargo, da la sensación de que a nuestros políticos estas cosas les parecen demasiado prosaicas. Una vez que alcanzan la alcaldía, les da una pereza enorme ocuparse de tales vulgaridades, que ven más adecuadas para técnicos municipales y políticos de segunda, y sienten la necesidad de fletar algún buque insignia que deje memoria de su nombre para las generaciones venideras. Algo como un tranvía, una buena peatonalización, o un palacio de congresos es lo que realmente les motiva, aunque no sea aquello para lo que se les votó. Y así como Francisco Fernández se entretuvo con su tranvía, José Antonio Díez se dedica al autonomismo, prefiriendo obviar que este proyecto es aún más inviable y gravoso para los ciudadanos que aquel.

Muchos leoneses, sin embargo, nos empeñamos en dar importancia a trivialidades como que nuestra ciudad se encuentre sumida en una tenebrosa penumbra tras el cambio de farolas operado recientemente. La prensa dice que ha reducido la luz nocturna en la ciudad de León de 48 a 22 lux, es decir, a menos de la mitad. Y los ciudadanos, que ni entendemos ni queremos entender de cuestiones técnicas, sabemos que donde antes veíamos de noche perfectamente ahora no se distingue un concejal a tres pasos.

El asunto se ha discutido en plenos municipales y ha preocupado enormemente a nuestra corporación. El concejal del ramo nos remite a una futura comprobación, y dice que más adelante se hará «un control de eficiencia lumínica por parte de un Organismo de Certificación Autorizado independiente», emulando, en versión pedante, al famoso ciego que dijo «ya veremos». También ha mostrado su preocupación tomando una medida tan drástica y expeditiva como, pásmense ustedes, ¡habilitar un contestador automático! De esta forma, con solo llamar al 987 794 987 puede usted descargar sus quejas en un robot sin molestar a nadie, que el alcalde y sus muchachos están demasiado ocupados reconfigurando el estado de las autonomías.

Quizá sea mejor no quejarse y acostumbrarnos de nuevo a ir al molino a la luz del cigarro, si insistimos puede que se les ocurra poner más farolas en las calles donde los comerciantes estén dispuestos a pagarlas, como ya sucede con la tristísima iluminación navideña.

A la luz del cigarro te vi la cara…
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