En la parte de lo bueno

Pedro J. Villanueva
23/02/2021
 Actualizado a 23/02/2021
María Estévez, la cumpleañera, con sus amigos Esther González, Luisma Fernández e Iria Jiménez. | P.V.
María Estévez, la cumpleañera, con sus amigos Esther González, Luisma Fernández e Iria Jiménez. | P.V.
Los jóvenes son unos descerebrados y unos irresponsables ¿Les suena? No; pues continuemos: El aumento de contagios de COVID es culpa suya, no hacen más que hacer botellones, reunirse en residencias de estudiantes sin mascarillas y generando peligro para todos…ese largo etcétera que es cantinela estos días en el que el mundo sabe y tiene la solución a todos nuestros males; y ya lo decía Marx (una de las pocas cosas acertadas, por cierto, que se le pueden adjudicar realmente), «la violencia es la partera de la historia».

Y es que nos gusta ver únicamente lo malo de las cosas, lo malo que hacen los demás, y pocas veces lo bueno.
Salir a correr (porque se le llama así, y no training, running…o como demonios se diga en el idioma de los enemigos históricos de nuestra nación) es una de las cosas más satisfactorias de las que aún podemos disfrutar en nuestra controlada vida, y mucho más si lo hacemos por la ribera del río y pegados a la silueta vetusta del Castillo de Ponferrada. No pocas son las veces que nos topamos con estos jóvenes que tanto criticamos, y es cierto que la juventud es así o como se suele decir: «Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra».

A lo que vamos, que en uno de esos días de deporte, intentando bajar el tonelaje de kilos creado por la ansiedad y no por el ocio hostelero (cerrado a cal y canto) observo algo estupendo, algo tan bueno, que ni el castillo le hace sombra. Un grupo de mozos y mozas, cuatro en total, celebran el cumpleaños con tarta y velas incluidas, sentados bajo la lluvia fina, que respetuosa, aún les deja festejar tan importante efeméride.

Tres amigos con las mascarillas puestas, colocan la banda de felicidades y la corona a la homenajeada con ojos emocionados. Puede parecer baladí, pero no es así. Si me permiten la comparación, me recuerda a una imagen de la que celebraremos el día 23 de febrero cuarenta años; esa imagen del Coronel Antonio Tejero entrando en el Congreso de los Diputados al grito de ¡Quieto todo el mundo! Tan solo tres diputados quedaron en pie: el presidente del Gobierno Adolfo Suárez, el General Mellado y Santiago Carrillo; tres personas tan diferentes, pero en ese instante amigos, defendiendo la Democracia. No se amilanaron por el ruido de las pistolas.

Esta juventud, de la sana y la buena, no permiten que el COVID le amargue la fiesta, luchan contra él (como si fuera contra Tejero) con responsabilidad, preservando la amistad y los valores por encima de lo demás. No olvidando, que detrás de las nubes negras de la tormenta, siempre luce el sol. Felicidades a los cuatro, por hacer de las cosas simples grandes gestas.

Pedro J. Villanueva es politólogo.
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