04/12/2022
 Actualizado a 04/12/2022
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¡Ay, Neuralink!, todo el mundo despistado con las andanzas de su patrón en Twitter y resulta que el verdadero gol es que esta empresa también suya tiene listos los permisos de la autoridad médica norteamericana para implantar chips en el cerebro humano. Que es como para echar a temblar, porque viendo el precedente de Tesla, de la que dicen los taxistas que van al taller en garantía y no hay manera, me imagino el servicio posventa de Neuralink. Vas a reclamar porque lo que te han insertado te chiprría y te dicen que el ruido es normal, que no se puede hacer más, ya le informaremos. Y tú ahí con el chip, incordiándote más que la china en el zapato, pero en el lóbulo frontal.

De momento para, por lo menos, mantener las capacidades cerebrales veo mayor logro otro anunciado recientemente. Se trata de Lecanemab, un medicamento contra el Alzheimer que ha pasado los ensayos clínicos en Reino Unido. Su problema será el precio. Y si lo ponen de venta en farmacias ya ni te cuento, porque a ver qué tajada van a sacar los de las mascarillas a cuatro euros y las cremas a doblón, que así les da para tenerlas tan bien puestas. Sí, los albarelos de época por toda decoración ya pasaron, ahora su interiorismo es de tendencia, a juego con su presupuesto. ¡Menudo condominio diáfano me iba a quedar a mí en la que acaban de reformar en mi barrio! Es que cada vez son más grandes las boticas, porque absorben los locales vacíos que en León nunca faltan hasta tener tamaño lobby de hotel. Dan ganas de, para la próxima Nochevieja, dejarse en paz de casa rural y buscar en Airbnb una farmacia entre los castillos, barcos e iglús de la pestaña ‘singulares’.

En León el tope gama full equipo de las farmacias es Sirera, en Guzmán. Sus robots de quinta generación traen locas a otras farmacias que se quieren poner a la altura y que demuestran con ese poderío inversor gran solvencia, que Dios les conserve junto al espíritu de mejora continua. Quien quiera un estilo diferente de atención y no tenga prisa, siempre puede ir a la otra punta de Ordoño, en Santo Domingo, y esperar que salga la farmacéutica de guardia del fondo de la trastienda recorriendo los escasos treinta metros de fondo. O quien quiera versos en vez de paracetamoles que se acerque a ‘La farmacia del poeta’ de la Avenida San Andrés. Pero que no deje de tomar un vaso de agua con que el tragar su muy twitteable «si no quieres enfermar, tu salud debes cuidar».
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