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En el PP arde Troya

10/01/2021
 Actualizado a 10/01/2021
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La ‘guerra’ entre Madrid y Valladolid –entre Pablo Casado y Fernández Mañueco, por mejor personalizar la situación– está en un tris de la bayoneta calada. Los próximos congresos provinciales del PP en Castilla y León van a ser la mecha de un enfrentamiento anunciado, de un cuerpo a cuerpo mirándose a los ojos, que se anuncia a cara de perro. Mañueco, desmarcado abiertamente de la herencia de Juan Vicente Herrera y sus decisiones estrambóticas en el epílogo de su mandato –y también antes–, quiere pastorear el territorio sin injerencias ni pautas ‘genovesas’ a pesar de que su línea política marque a día de hoy más atajos sin desbrozar, que caminos naturales y expeditivos. Se suele llegar antes pero con las botas embarradas.

Para la mayoría de la gente circulante, ajena, como es natural, a la selva política del interior de los partidos, Pedro Viñarás es un desconocido. Siempre ha estado tapado –es de los llamados fontaneros– y, pocas veces, contadas, son las que su imagen ha aparecido en los medios de comunicación y más en concreto en los periódicos. Con más trienios como trabajador de los populares regionales –de quien fue gerente y tesorero–, que el famoso cabo Picurri en el CIR del Ferral del Bernesga, fue cesado por la dirección nacional del partido –por Casado y sus afluentes natos– el pasado mes de agosto. Aquí te pillo y aquí te mato. Un golpe de mano en toda regla.

Sin embargo, a Mañueco, enfrentado a Casado desde la primarias para sustituir a Rajoy –es una manera de denominarlas–, la decisión de Madrid le sentó como un tiro de sal en las posaderas. Viñarás, su ‘intocable’ confesor espiritual, ha sido, es y será su gran gurú. Meses después, a últimos del pasado año y para resarcirse de la ‘afrenta’, el amo regional lanzó el guante del desafío al rostro del presidente y contrató a Viñarás como asesor del Grupo Parlamentario Popular por algo más de 73.000 euros anuales. Se armó la marimorena. Y lo que te rondaré. El caso viene a probar que la ‘explicitada’ balsa de aceite por la que dice navegar el Partido Popular es pura y llanamente ciencia ficción. Una filfa. Y, acaso, una frivolidad. Hay más espinas que rosas.

Mientras que Fernández Mañueco, con su acaudillada influencia autonómica, va a pelear por imponer su criterio en las venideras convenciones provinciales, Génova, cargando la suerte, hará lo posible para todo lo contrario. Todo. Y León será una de las plazas clave de la previsible trifulca entre las partes. Está cantado. Naturalmente, Viñarás marcará la hoja ruta de Mañueco para que la circunscripción leonesa no se le ‘desmande’. Quietecitos ahí. Aún así, la suerte no está echada. Que lo pregunten en la sede del Paseo de Salamanca.
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