En el ‘kilómetro cero’ del grafiti

La carretera de Asturias es, probablemente, la zona en la que se han iniciado diferentes generaciones de grafiteros leoneses, desde los muros de los depósitos de agua de Cantamilanos, hasta una zona menos conocida situada en esa misma vía

C. Centeno
31/08/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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En todos los lugares hay un punto de origen, una especie de ‘kilómetro cero’ del que, con el paso del tiempo, surge todo lo demás. También pasa en León con esto del arte urbano que ocupa esta sección y se encuentra en la zona de la carretera de Asturias.

Una de los primeros lugares donde el grafiti comenzó a encontrar su lugar en la ciudad fue en los depósitos municipales de agua de Cantamilanos, cuyos muros fueron el ‘blanco perfecto’ de los que a principios de este siglo comenzaban a familiarizarse con los aerosoles. Esas paredes, en las que se pintó de noche y también a plena luz del día, han sido ‘borradas’ y vueltas a pintar en numerosas ocasiones hasta convertirse en la amalgama de trazos que se puede ver en la actualidad. Sus pinturas no son antiguas, aunque sí las hubo antes. A intervenciones artísticas como el ‘Bosque de la noche’ –con enormes árboles azules y blancos que cubrían los depósitos–, que desapareció este mismo año para abordar unas obras de reparación y consolidación de esta infraestructura, se unen grafitis en todo el perímetro y diferentes pintadas. El mural bicolor de los árboles fue realizado hace más de una década, pero el muro exterior poco a poco empezó a estar cubierto de diferentes grafitis, algunos recientes, firmados, por ejemplo, en el pasado año 2015. También antes de esta intervención las paredes estaban repletas de colores y muchos son los leoneses que asocian esa cerca con esta técnica en León.En la misma zona, pero más arriba, existe otro rincón de grafitis con solera mucho menos conocido. Está ya avanzada la carretera Asturias, escondido a la derecha tras la primera urbanización si se circula en dirección a La Robla.

Ese lugar, abandonado y con diferentes muros en los que se podía pintar, fue descubierto «por casualidad» por David Esteban, más conocido como ‘Dadospuntocero’, mientras paseaba a su perro, allá por el año 2000. Vio en esos muros ‘inútiles’ un lugar en el que plasmar sus ideas y comenzar a pintar con spray y empezó a ser el lugar de reunión de un grupo de amigos que tenían en común el gusto por el grafiti. Algunos siguen hoy en día, como es su caso, otros lo han dejado o realizan grafitis de forma esporádica. Uno de ellos es ‘LER’, como firma sus dibujos, un leonés que trabaja como ilustrador en Bélgica, aunque cuando puede sigue sacando espacio para los aerosoles. Otros han dejado este campo y algunos se dedican a profesiones que tienen que ver, como el tatuaje.

Pese a que esta técnica ha evolucionado mucho con el tiempo y por entonces no estaba muy bien vista, en esta zona no pintaban de noche, como sí se hizo en otros lugares. No había nada de ilegal en utilizar los trozos de tapia de un lugar abandonado y David Esteban asegura que «íbamos de día, llevábamos a los perros y algo para comer y pintábamos, nunca tuvimos ningún tipo de problema».

Ahora la luz del sol y otras pinturas posteriores han ido desgastando los dibujos de entonces, pero muchos todavía se conservan.También generaciones posteriores han pasado por ese lugar y han dejado sus trabajos, haciendo de este desconocido rincón una especie de cuna en lo que se refiere al arte urbano.
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