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En el Antropoceno

08/03/2021
 Actualizado a 08/03/2021
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Hay que reciclar. Tenemos que tomar conciencia del cambio de Holoceno a Antropoceno de nuestra era, con todas las consecuencias que esto conlleva, agravadas por el desfase entre el desarrollo y los ritmos de unos territorios en comparación con otros y, en el caso de los pueblos, el paso de una especie de neolítico productivo de la vaca y el tetrasurco al autoguiado y la siembra variable. Todo en un nanosuspiro, hablando en términos geológicos».

Así se lo suelto, pero no hacen caso al discurso ni las ovejas que dan cuenta de un rollo detrás mí, mucho menos los esforzados paisanos que a golpe de mazo le están sacando los aradines (rejas pequeñas) a un herrumbrado cultivador de las viñas. Apareció delante de las naves cual meteorito caído de los cielos, envuelto en una maraña de zarzas, junto a otros aperos hoy inservibles. «Por si hace falta», es la excesiva respuesta que obtengo cuando pregunto para qué echan tiempo, aflojatodo, martillazos y gasoil en coger eso.

Como cada uno es hijo de su tiempo, me devuelven a mí la pregunta cuando tiro del manillar de una BH Bicicross 20, una reliquia ochentera algo menos oxidada que los aradines, para sacarla de debajo de unas lonas agujeradas, de un montón de manzanas podridas y de unas tablas con puntas amenazantes tiradas en una cuneta. «Porque lo mola todo», respondo yo.

Y esa brecha en la concepción del reciclaje y el aprovechamiento que parece insalvable se cierra cual herida curando al viento cuando toca retirar el colchón viejo, que todavía puede pasar a una segunda actividad en lugar de ser jubilado cruelmente en un punto limpio. Todavía puede servir para unir a una familia un buen rato de la tarde, colaborando en su destripe y contribuyendo a reducir la huella del Ser Humano en la tierra. La funda servirá de cama para los gatos, el relleno para limpiar la grasa del tractor y los muelles para el cierre seguro de un funcional corralillo para la avifauna doméstica.
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