"En cualquier trabajo que nos pongan, lo desempeñamos e intentamos dar el 100%"

Asprona León cuenta con un programa provincial de empleo en el que trabajan ya alrededor de 150 personas con algún tipo de discapacidad

Estefanía Chamorro
03/09/2018
 Actualizado a 17/09/2019
Joaquín (izquierda), Rocío y José Antonio son una parte activa de los trabajadores de la provincia leonesa. | E.CH.
Joaquín (izquierda), Rocío y José Antonio son una parte activa de los trabajadores de la provincia leonesa. | E.CH.
En fábricas, tiendas o cocinas, los trabajadores con discapacidad se encuentran ya, afortunadamente, en muchos de los sectores laborales de forma diaria.

La sede leonesa de la Asociación Protectora de Personas con Discapacidad Intelectual o del Desarrollo cuenta con un amplio programa destinado a ayudar a las personas que tengan esta condición. Desde talleres sobre autogestión, formativos, sobre sexualidad o emocionales se les ayuda a conseguir su máximo grado de independencia.

En la provincia, 115 personas con discapacidad intelectual y 35 con física se encuentran integrados en el tejido laboral leonés gracias al Centro Especial de Empleo de Asprona. Desde la asociación señalan que la vida laboral es una de las mejores maneras de ayudarles a sacar todo su potencial y a ser felices, aunque, indican, no es la única.

Te veían por ahí o saliendo de Asprona y decían ‘hombre, ahí bajan los subnormales’José Antonio Carmela lleva 25 años trabajando. Está casado y vive con su mujer. Tiene discapacidad intelectual, aunque esa no es su mayor seña de identidad, sino el exhaustivo trabajo que lleva acabo en la empresa de material sanitario DEA. Forma parte del equipo de control de calidad encargado de cerciorarse de que las jeringuillas, los viales y el resto de material que se distribuye esté en perfecto estado. «A mí me gusta trabajar en cualquier cosa», a lo que añade, «durante 5 años estuve también en un bar de peregrinos de la Virgen del Camino; estuve una semana de mañanas y otra de tardes, también los sábados y domingos». «Yo he hecho de todo. Me da igual que me des una cosa que otra. Hay que trabajar, hay que comer. El trabajo te hace sentir bien, el compañerismo también es muy bueno. Los jefes se preocupan mucho por ti, por si te surge cualquier cosa. Es como si fuésemos una familia», asegura.
 
Los trabajadores con algún tipo de discapacidad se caracterizan por ser buenos compañeros y muy meticulosos en sus tareas. «Nosotros lo mismo pelamos patatas que freímos cebollas, aquí o allá. En cualquier trabajo que nos pongan, lo desempeñamos e intentamos dar el 100%», explica José Antonio.

Los tres coinciden en que la integración laboral contribuye a que haya menos discriminaciónComo él, Rocío Gil, de 31 años, afirma sentirse muy feliz en su empleo. Lleva dos meses trabajando tras una temporada en el programa ocupacional. Actualmente trabaja en Quintana Raneros. Allí pone el comedor y atiende en la cocina, algo que asegura que «no lo cambiaría por nada». Vive en uno de los pisos tutelados que Asprona tiene en León aunque es prácticamente autosuficiente.

«Yo vivo solo, pago mi alquiler, me hago mi compra semanal y mi comida», reivindica Joaquín Augusto. Él es uno de los mucho empleados encargados del mantenimiento de parques y jardines de la ciudad. «A mí me gusta trabajar en el exterior y estar al aire libre. El trabajo que hacemos es bastante duro, pero muy bien. Me gusta el compañerismo y el trabajo», a lo que añade, «la jardinería supone mucho esfuerzo; tanto en el verano como en el invierno nosotros no paramos en todo el año, pero a mí me encanta»

Integración en el día a día

Forman parte activa de la sociedad, son prácticamente independientes, trabajan, se informan y tienen una opinión. Pese a todo siguen siendo un colectivo tristemente discriminado únicamente por su condición, aunque afirman que cada día menos, algo a lo que contribuye la integración laboral. «Al principio, cuando ibas por la calle parecías un bicho. Te veían por ahí o saliendo de Asprona y decían ‘hombre, ahí bajan los subnormales’», explica José Antonio. «Hace unos años di una charla de como llevaba yo el control de mi casa y a muchos padres les tapé la boca. Aún hoy es el día en el que me dan la enhorabuena por la calle y me dicen que han aprendido una lección, que han cambiado su concepto», continua. Darles voz y permitir que cuenten su historia es necesario para que no se repitan este tipo de situaciones.

Rocío, también ha sufrido en sus carnes estas desagradables experiencias, «dónde vivo yo nos cogen en la parada y pasaba una chavala, vio la furgoneta y nos enseñó el dedo medio», algo que, explica, solía ser habitual.

Los tres coinciden en el gran ambiente de compañerismo que reina en sus trabajos. Van a cenas de empresa, trabajan en diferentes departamentos y aseguran que «hay mucho compañerismo» lo que consideran «algo fundamental».
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