noemi4.jpg

En clave de sol

02/04/2022
 Actualizado a 02/04/2022
Guardar
Cuando el invierno se convertía en una araña de escarcha en la ventana, las manos se arrimaban a los ladrillos calientes tras los que ardía el carbón que se usaba para producir electricidad. Al revés, en verano, las manos y el cuerpo todo querían alejarse de esos ladrillos infernales, pero era imposible: había que mantener encendidas, día y noche, las calderas que movían las turbinas.

No llegué a tocarlos, pero diría que esos ladrillos de la sala de calderas de La Fábrica de Luz, el museo creado en la antigua central térmica de la Minero Siderúrgica de Ponferrada, estaban, al menos, tibios. La calidez de la música lo hacía posible, con esas corcheas rebotando su pie contra las paredes y trepando por ellas hasta perderse en el aire. En esta sala de calderas, los alumnos de la escuela de música Ciudad de Ponferrada han estado tres días tocando y demostrando que la belleza de la imperfección se debe a la belleza de la pasión.

Había niñas que hacían sonreír al acordeón al interpretar canciones gallegas que puede que no conozcan ni sus abuelas y niños poco más altos que el saxofón que llevaban. También un adolescente con zapatillas siderales que tocó al piano el ‘Claro de luna’ de Beethoven, y otro alumno que se estrenaba con este instrumento ya pasados los cuarenta, pero hasta se animaba a un glisssando.

Baterías, guitarras, violines y bongos se mezclaban con la agitación de los pájaros que revolaban junto al edificio, enfebrecidos por la primavera. Y pensé en la maravilla de perseguir la emoción de hacer música y de escucharla y en aquel confinamiento en el que se convirtió en un pequeño sol al que acercarse.

Hermanado con este espacio industrial lleno de historias, se anuncia la apertura para el año próximo del edificio de la antigua central térmica de Compostilla I, en la que nació la entonces Empresa Nacional de Electricidad. Se llamará La Térmica Cultural y dicen que será un espacio para exposiciones, charlas y congresos. Es una inauguración que ha tenido tantas fechas fijadas como vidas un gato -creo que hasta más- pero bienvenido lo que llegue si es que llega bien, aunque haya tardado demasiado.
Lo más leído