01/02/2022
 Actualizado a 01/02/2022
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Los viejos reinos de Castilla y León están en campaña electoral y parece que toda España tiene los ojos puestos en estas tierras que son algo así como el corazón de la península ibérica. Aquí sí que se podría hablar de verdaderas comunidades históricas, cuyo idioma, el castellano, es de los más importantes del mundo. Es un motivo de sano orgullo pertenecer a esta región, siempre acogedora. Los castellanos y los leoneses somos personas serias y honradas, normales, con bastante sentido común, amantes de la concordia. Aunque tuviéramos muchos motivos para presumir, no por eso andamos diciendo que somos superiores a las demás regiones de España, ni despreciamos a nadie no pertenecer a nuestra comunidad. Entendemos, pues, que sean muchos los que están pendientes de lo que ocurra en estas elecciones.

La campaña electoral ya ha comenzado y nuestras calles se ven inundadas de carteles y eslóganes. La pregunta que nos hacemos es si estas campañas sirven para algo. ¿Qué puede añadir la publicación de la foto de los candidatos? ¿Acaso miran a ver quién es más guapo o parece más simpático? ¿Realmente los carteles influyen en la decisión que vayan a tomar los electores? Mucho nos tememos que no. Pensamos que se podría ahorra mucho papel, aunque también vemos la parte positiva de dar trabajo a las imprentas.

En cuanto a los mítines, si lo más frecuente es que asistan a ellos los partidarios de quienes los ofrecen, se supone que no tengan una influencia decisiva sobre los ya convencidos. Pero tampoco suelen despertar demasiados entusiasmos, unas veces porque estamos hartos de palabras y otras porque el tono mitinero con frecuencia sabe a teatro o a mentira. Tampoco se debería esperar a los debates para tomar una decisión. En realidad debería ser más convincente el lenguaje tranquilo y moderado y, sobre todo, el análisis de los hechos y de la trayectoria de los que se presentan a las elecciones. Obras son amores.

A lo largo de estos días oiremos promesas que responden a necesidades de nuestra comunidad autónoma. Algunas podrán cumplirse, otras quedarán reducidas simplemente a buenas intenciones. Desgraciadamente también oiremos insultos y descalificaciones. La duda está en si lo que se pretende es servir a los ciudadanos o disfrutar de los beneficios personales que pueda ofrecer el alcanzar poder.

A pesar de todas las imperfecciones inherentes a los procesos electorales, es preciso fijarse en la parte positiva, es decir, en la oportunidad que se nos da para poder elegir lo que cada cual considera lo mejor.
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