Empuja que puedes

13/11/2018
 Actualizado a 15/09/2019
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Una nave, una industria. Esa parece ser la proporción perfecta aprendida del progreso. En la panorámica consabida de los polígonos industriales del Bierzo no se cumple con la fórmula. Hay números negativos casi en cada parcela y ver relucir un nuevo rótulo obliga a la oración. Dicen que nos hemos ganado el apellido de emprendedores, que los bercianos son valientes y saben hacer. Suena un poco al refuerzo positivo del psicólogo o a los aplausos a los atletas antes de una carrera. No vale ese empuje de ‘lánzate que lo consigues’ ni ‘los sueños están para cumplirlos’. Vale más echar cuentas y poner en monedas lo que cuesta la valentía y quién quiere contribuir a pagarla. Es fácil engordar el ‘tú puedes’ cuando el empuje no conlleva más que animar. El grueso de jugársela, ya es del ‘tú’, y se han dado casos en los que poder poder, no se ha podido. Pero, es verdad, antes de los números están las intenciones y esas a veces nos sorprenden. En un micromundo vinculado al carbón, donde la industria dura es lo que entendemos como tal, que una mujer se lance a diseñar vestidos de novia desde Ponferrada y abra puertas al mundo desde un patronaje que vende mimo, parece superar los niveles de riesgo cardiaco aceptables. Pero fue. Silvia Fernández tuvo un sueño y hoy lo cumple despierta, al lado de 50 empleadas y de enviar paquetesque hablan distintas lenguas.Piensa. ¿Y si nos desviamos unos grados de lo conocido? ¿y si tirar de lo aprendido no era solución sino problema? La reflexión se abre desde un coqueto atelier sito en las antiguas instalaciones de una imprenta, donde ahora no se escucha la maquinaria pesada que construía letras y olía a la tinta con la que Bierzo 7 hablaba de comarca desde su corazón, ahora muerto. Las costureras y las telas suplen su sitio y cubren de blanco un proyecto de vida, casarse con el futuro, siempre con vestido made in Silvia Fernández.
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