Emprender con un par

Estela y César apostaron por montar en Roderos su propio negocio de puesta de huevos camperos con 500 gallinas y una media de 400 huevos al día

T. Giganto
16/08/2018
 Actualizado a 19/09/2019
En la Granja La Corona cada gallina produce una media anual de 340 huevos.
En la Granja La Corona cada gallina produce una media anual de 340 huevos.
Toda la vida trabajando de un lado para otro, a la sombra de nombres de grandes multinacionales, para al final, acabar encontrando el negocio ideal al lado de casa, pegado a la tierra, en ese medio rural deseoso de nuevas oportunidades con las que seguir con vida. Así lo hicieron César y Estela, un matrimonio de Roderos que después de recorrer media España trabajando para otros, se decidieron por apostar por el pueblo para dar forma a su propia empresa. Y en esta localidad en la que viven encontraron el lugar perfecto para emprender con un par... de huevos, y además camperos, que es a lo que se dedica la producción en su Granja La Corona.

La aventura comenzó hace dos años y medio con la creación de una explotación de 500 gallinas a las afueras de Roderos. Ahí comenzó todo, en su enclave favorito, donde antes solo estaban sus caballos, que son su pasión, y donde ahora además han asentado su granja. Al llegar a la finca son los caballos lo primero que se y al fondo, todo gallinas ‘isa brown’, las ponedoras más eficientes del mercado y de las que ellos obtienen 400 huevos al día.

La energía utilizada en esta granja de Roderos proviene del sol y las hueveras son de plástico reciclado
Son gallinas camperas que viven ‘a cuerpo de rey’ con un metro cuadrado de suelo para estar a sus anchas dentro de la nave y más de 7.000 para estar en el campo. «Solo entran para dormir a la nave, donde tienen sus comederos y bebederos así como huecos cómodos para que duerman», explica Estela, que cuenta que tienen que estar pendientes cada día para abrir y cerrar la nave para que estas aves entren cuando vean conveniente, proceso que tienen también controlado como clave para la puesta. «La gallina necesita 14 horas de luz para poner», cuenta. Por este motivo en invierno encienden antes la luz por la mañana, y así lo hacen hasta San Antón, fechas por las que dice el refrán «que la gallina pon» ya que los días comienzan a ser más largos. Con todo ello garantizan una producción anual estable que ronda los 340 huevos por gallina al año. Estas condiciones sirven además para que sus huevos tengan la calificación de camperos, lo cual certifica que estos contienen más nutrientes gracias a que el animal goza de una vida en libertad que así lo propicia.

Producir y envasar


Además de la producción de los huevos, este matrimonio se encarga de su envasado. Esto lo realizan de manera manual y con el mimo propio de las empresas pequeñas que ponen todo el cuidado en su trabajo al amparo de los 40 establecimientos de León que distribuyen su producción de huevos. De este modo controlan todo el proceso, desde que la gallina llega a su finca, hasta que salen los huevos. Para esta última tarea tienen habilitada una sala en el recinto en la que clasifican los huevos por los días de puesta y por su tamaño y con ellos van rellenando los paquetes que posteriormente trasladan hasta los puntos de venta. A ellos llegan sellados con la fecha, que permite su consumo durante los siguientes 28 días de su puesta, y con todos los registros sanitarios necesarios para tal fin.

La producción media diaria de esta explotación avícola de Roderos es de unos 400 huevos
Estos dos años han sido para ello el mejor aliciente para poner el objetivo en un futuro en el que ya se plantean ampliar la granja y con ello el volumen de la producción.
«Los inicios fueron un tanto complicados», explican dado que en el papeleo previo invirtieron seis meses de una «excesiva burocracia». A ello se unió su empeño porque todo fuera autosuficiente y lo más respetuoso posible con el medioambiente, utilizando para generar la energía de las instalaciones placas solares, como ejemplo de ello, o empleando plástico 100% reciclado para las hueveras que utilizan en el envasado.


Pero después de tanto esfuerzo, no queda más que «ganas de continuar trabajando y satisfacción», lo cual muestran con orgullo a sus clientes, dispuestas en todo momento a abrir las puertas de su explotación avícola para que quienes confían en su producto puedan conocer de primera mano cómo es el proceso de puesta. «Nos gusta que vengan y conozcan de primera mano cómo tenemos la granja y cómo cuidamos a los animales», explica Estela con una sonrisa de lado a lado de la boca que delata que el negocio va viento en popa y que es en Roderos donde la estaba esperando el trabajo ideal.

– ¿Y el nombre de La Corona a qué se debe?

– A que este paraje donde tenemos la granja se llama así, ‘La Corona’.

Un topónimo por tanto que ha puesto el nombre a esta explotación avícola que aunque todavía es pequeña quiere emprender el vuelo hacia un proyecto aún mayor, para convertirla en esa oportunidad que tanto tiempo buscaron y que finalmente encontraron en la puerta de casa y emprendiendo con un par.
Archivado en
Lo más leído