Empeñados en autodestruirse

Pocos deportes habrá tan empeñados en autodestruirse desde dentro a través de los órganos que lo rigen como el balonmano. Un deporte precioso y atractivo que en España ni con los numerosos éxitos de sus selecciones y equipos en las últimas décadas se ha conseguido evitar que se vea superado cada vez por más ligas extranjeras, donde se van sus mejores jugadores a golpe de talonario. Se podrían buscar muchas causas. Quizá aún haciendo las cosas bien fuera complicado competir con otros deportes y atraer gente a los pabellones, puesto que León es una excepción en cuestión de asistencia de público.

Pero desde luego, como es imposible lograrlo, es poniendo una y otra vez palos en las ruedas, algo de lo cual hemos visto múltiples ejemplos sólo en las dos últimas semanas.

Empecemos por España y por el ‘circo’ de la Asobal, esa liga donde el ‘partido de la jornada’ ha sido puesto el sábado a las 11 de la mañana en las últimas jornadas por exigencias de una televisión que luego dejó con una repercusión casi clandestina una Copa Asobal que merece capítulo aparte. Es difícil ‘vender’ un torneo del que sabes el campeón. Pero más si decides poner un sorteo un miércoles a las 22:30 horas, luego adelantarlo sin avisar mientras se juegan partidos de los implicados, y sobre todo si decides hacer un ‘batiburrillo’ sin sentido de partidos que desprestigia la competición.

Mientras en Alemania y Francia, ligas que no por casualidad te han sobrepasado, hay todavía esta semana jornada, en España se pusieron entre semana dos de las tres últimas para meter con calzador la Copa Asobal tres días después de la última de ellas. Será que no es suficiente con el obligado mes y medio sin balonmano a que obliga el Europeo o Mundial de turno, que hay alargarlo más el parón...

Eso sí, en la Asobal les puede quedar el consuelo de que a nivel internacinal no les van a la zaga. Mientras todos los deportes se suman a la tecnología, en el último Mundial femenino eliminaron el ‘instant replay’ que tanto se echó en falta en esa decisiva última jugada que tantos tachan de robo histórico aunque yo, viéndola y parándola una y otra vez, sigo sin atreverme a asegurar al 100% si está bien o mal pitado...