08/07/2015
 Actualizado a 16/09/2019
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Seguramente el egoísmo sea un mecanismo de supervivencia para el individuo y facilite la trasmisión de su huella genética a la descendencia, sin embargo el mundo sería un lugar mucho mejor si probáramos a meternos en el pellejo de los demás, de los otros. El mundo es de hecho un lugar mejor, nuestra sociedad, en virtud de esta virtud: la empatía.

La empatía, definida por la Real Academia como la «identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro», va unida al progreso de la civilización, si por civilización entendemos el desarrollo de una sociedad en la que los seres humanos vivan de manera armoniosa y pacífica, respetando al otro, su dignidad, es decir, considerando que la persona humana es un fin en sí misma y nunca puede ser utilizada como un medio para lograr cualquier otro fin.

Por civilización debería entenderse esto y no sólo los logros culturales y artísticos, o los avances en los distintos campos de la ciencia y de la tecnología. A mí modo de entender, la sociedad más civilizada es la más humanitaria y no siempre coincide con la más desarrollada materialmente.

Jennifer Rosenbaum ha diseñado un traje robotizado y quien lo viste puede sentir y padecer lo que siente y padece una persona de 70 años, las limitaciones de movimiento, las deficiencias auditivas y las visuales. Más veces de lo deseable nos quejamos de las torpezas de la gente mayor, de su lentitud, de que se le caen las cosas, de que no nos oyen o de que ven mal. Ponernos en su lugar, sin duda, acabaría con estas desconsideraciones, que nacen, más que de la maldad, de la ignorancia. Ignorancia de no saber lo que es estar en su lugar. Egoístamente, ya que llegaremos, a todos nos interesa una sociedad más respetuosa y comprensiva con sus mayores.

Ojalá, inventen también otros trajes para que podamos comprender lo que sienten aquellos que en condiciones de pobreza extrema, deciden dejarlo todo, subirse a una patera, atreverse a cruzar un mar, incluso con el riesgo cierto de perecer en el intento. Y más trajes, que nos ayuden a ponernos en el lugar del otro. El mundo será mejor.

Y la semana que viene hablaremos de León.
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