Emotivo jubileo adelantado para un cordobés lesionado en Villafranca

No podía llegar a Santiago y las puertas del perdón se abrieron para que consiguiera el certificado peregrino entre lágrimas

Mar Iglesias
12/10/2021
 Actualizado a 12/10/2021
Momento en el que Mantilla entraba por la puerta del perdón. | RAMÓN CELA
Momento en el que Mantilla entraba por la puerta del perdón. | RAMÓN CELA
Su rodilla y las indicaciones médicas le obligaron a desistir de seguir caminando. No era la primera vez que Ángel Montilla Marín dejaba sus huellas por el Camino de Santiago, pero esta vez, Foncebadón sentenció sus piernas y el cordobés de 71 años, residente en Almería tuvo que pisar el freno. Había sentido el gusanillo del Camino cuando fue escoltando al Papa en 1989, en una reunión con jóvenes en 1989. Desde entonces ha sido peregrino otras tres veces más, en 1993, en 2009 y ahora, cuando, bajando la Cruz de Ferro, la rodilla le falló.

Pero, aunque los médicos le pidieron que dejara el peregrinaje, Montilla decidió parar en Ponferrada dos días "y cuando intenté volver a caminar, no pude ni salir de la ciudad. Entonces marcó otro plan y consiguió llegar a Villafranca del Bierzo, gracias a su encuentro con Ramón Cela, el fotógrafo que siempre está al acecho de las jugosas historias que va narrando la ruta jacobea a su paso por la pequeña Compostela.

Cela
le explicó que Villafranca podía ofrecerle el jubileo, porque es el único enclave que puede hacerlo en toda la ruta. "Yo desconocía que pudiera hacerse", reconoce el peregrino y, de la mano de Cela fue marcando uno de los momentos que asegura que han marcado su vida y que "aún tengo que digerir. Cela y Montilla consiguieron contactar con el párroco, Tomás Alija para que certificara su paso por la villa.

Montilla, policía nacional jubilado, se trasladó al albergue Ave Fénix de Villafranca para, desde allí, prepararse para conseguir el jubileo. Y las puertas del perdón se abrieron para él en la iglesia de Santiago. "Es inenarrable lo que sucedió. Cuando se abren las puertas del perdón para uno, uno se sale de sí mismo. Llevo a mis padres como guía y estaban allí. Entré llorando de emoción. Fue algo tremendamente emotivo, algo muy personal, lo más grande que me ha ocurrido", relata. "nunca le he pedido al Apóstol que me de nada, solo lo que el quisiera y me ha dado esta alegría", dice con orgullo.

Entre lágrimas, Montilla se adentró en el templo para recibir el certificado que le acredita como peregrino con el jubileo conseguido. Su llanto emocionado fue trasladado a todos los asistentes, una treintena, que se encontraron con la escena.

Montilla vuelve ahora a Almería a descansar y a pensar si se someterá a una intervención para poner una prótesis en su rodilla y así conseguir volver al Camino. Ahora quiere poner en letras lo que ha vivido "ha sido muy emocionante, no se puede explicar". Y repasar lo que para él es el camino "silencio y dolor".
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