23/03/2021
 Actualizado a 23/03/2021
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Cuando escribimos estas líneas aún no se ha celebrado la anunciada moción de censura contra el actual gobierno de coalición de Castilla y León. Cuando lleguen al lector ya se sabrá el resultado. El ambiente político general está tan enrarecido que hasta el último momento no podemos asegurar nada. Ese es el motivo por el que unos y otros han de estar expectantes con emoción contenida. Así lo vivieron los murcianos y también los madrileños, que no tenían del todo seguro que pudieran celebrarse las elecciones del 4 de mayo. Y aún sigue la emoción ocasionada por la impaciencia de saber cuáles serán los resultados.

Una moción de censura es algo contemplado por la legislación. En este sentido el hecho de presentarla no atenta contra la legalidad. Otra cosa es la conveniencia o no para el bien de los ciudadanos. Puede fundamentarse en una mala gestión de quienes gobiernan o simplemente en un deseo de arrebatarles el poder con tal de que la aritmética lo permita, aunque no sea necesario y sea a costa hacer realidad aquello de que la política hace extraños compañeros de cama.

En los casos que nos ocupan todo indica que se trata de un plan preparado y orquestado, no tanto con el noble fin de solucionar los problemas más acuciantes como puede ser la pandemia o la crisis económica, sino para acaparar a nivel nacional y regional todo el poder, haciendo así mucho más difícil la alternancia y relegando al centro derecha al papel de una eterna oposición. En este sentido parece legítimo que haya quien se alegre del fracaso y frustración de quienes querían mandar en Murcia y en Madrid y desean lo mismo en nuestras tierras de Castilla y León. Son muchos los que piensan que aquí de lo que se trata es de conseguir el poder por el poder.

Dicen que no hay mal que por bien no venga y toda esta movida puede traer también consecuencias positivas. La primera poner en evidencia la doble vara de medir de algunos, dado que, según la conveniencia, una misma acción puede ser considerada como transfuguismo o compra de esclavos si la hacen los otros, pero no así si la hacen los propios.

Dado que la alternancia en el poder ha dado buenos resultados, es una buena noticia que el centro derecha experimente la necesidad de unirse y deje de estigmatizar a quienes injustamente tildan de extrema derecha, castigando el oportunismo de quienes juegan a dos barajas. No obstante el Partido Popular no tiene motivos para el triunfalismo ni la autocomplacencia, pues el mérito se debe a personas valientes y sin complejos como la actual Presidenta de Madrid.
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