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Elecciones, ¿fiesta de la democracia?

21/02/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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No he conseguido pegar ojo desde el pasado viernes. Cada día que pasa al arrancar la hoja del calendario la emoción me embarga hasta límites para mí antes desconocidos. Vamos a ser testigos de un momento histórico. Incluso, me atrevería a decir que puede ser más importante que aquel que vaticinó la irrepetible e inigualable Leire Pajín cuando abrió los ojos a todos los terrícolas al decirnos eso de que «el próximo acontecimiento histórico en el planeta será la coincidencia de Zapatero en la UE y Obama». Todos sabemos que esa coincidencia fue la culpable de la modificación de nuestro calendario actual, ya que desde aquel momento se cambió el a.D. y d.C. por antes de Zapatero y Obama (a.Z.O.) y después de Zapatero y Obama (d.Z.O.).

Pues eso, el 28 de abril vamos a ser testigos, actores, cómplices y muchas cosas más de lo que alguien bautizó, no me digan porqué, como la fiesta de la democracia. Prefiero obviar las sustancias que habría ingerido el iluminado en cuestión antes de pronunciar ese canto al sol acuñando este término, que es igual de acertado y certero que el diagnóstico de la existencia de bombas de destrucción masiva en la parcela del amigo Sadam Husein.

Llámenme loco, pero la celebración de una fiesta nunca es utilizada por los organizadores como una amenaza. Y esto es precisamente lo que hizo durante varios días Pedro el ‘Breve’. Amenazar con organizar la fiesta de la democracia a esos amigos gorrones que se apuntan a todas, porque la cuenta la pagamos todos. Lo que es una pena, es que no van a poder estar en cuerpo presente los colegas de esos listillos que se han ido de Erasmus por toda Europa. Pues eso, que una fiesta lo que es una fiesta, no lo veo yo muy claro. Por lo tanto, yo creo que podemos eliminar el sustantivo fiesta cuando nos refiramos a lo que va a ocurrir el 28 de abril y en posteriores botellones democráticos. Otra cosa es que ese mismo día por la noche, algunas de las pandillas que participan en el evento sí que celebren una fiesta si llegan o superan sus expectativas, aunque mucho me temo que viendo el panorama que tenemos en nuestro país las celebraciones van a ser algo forzadas. Bueno, menos para los de siempre. Los que en estas últimas cuatro décadas, excepto en ocasiones contadas, a pesar de no ser los más agraciados se han llevado a la más guapa del guateque nacional y fíjense que casualidad, también su dinero.

Por lo tanto, creo que del binomio fiesta de la democracia para referirse a las elecciones ya podemos eliminar la palabra fiesta. Y ahora vamos a por la segunda, la democracia. Llámenme loco también, pero que yo sepa que se celebren unas elecciones no es sinónimo obligado de democracia. Y si no que se lo digan a los venezolanos. Hasta donde yo sé, allí se celebran elecciones, pero valoren ustedes si eso significa que vivan en democracia. Vamos, que la colocación de urnas no es siempre una acción democrática. Por ejemplo, las urnas colocadas en Tabarnia y territorios colindantes no hace mucho fueron precisamente todo lo contrario, bombas de profundidad para hundir la democracia. Por otro lado, si abrimos las páginas del diccionario de la RAE, una de las definiciones de democracia es ‘forma de sociedad que practica la igualdad de derechos individuales, con independencia de etnias, sexos, credos religiosos, etc.’ Quizás esté yo equivocado y sea víctima de una ‘fake news’, pero hasta donde mi corto entender alcanza en nuestra democracia no todos somos iguales. Si el derecho a votar es uno de los ejemplos más sublimes de una democracia, doy por hecho que precisamente el voto de todos debería valer lo mismo ¿no? Pues resulta, que el voto de un ciudadano de León, no vale lo mismo que el de uno de Tarragona, Vitoria, Tenerife o Ferrol. Esto es injusto y discriminatorio, pero eso sí, legal. Ahí está el problema. ¿Para cuándo un cambio de la ley electoral que tenga como resultado que todos los ciudadanos de nuestro país pueden ejercer su derecho a voto en igualdad? ¿Es justo que el presente y futuro de cuarenta millones de personas dependa de un escaso puñado de millones de personas empadronadas en unas comunidades autónomas muy concretas? ¿Esto favorece la igualdad? ¿O es otro ejemplo de discriminación positiva? ¿Se imaginan si el voto de una mujer o de un negro valieran menos que el de un hombre o el de un blanco? Estaríamos hablando de la hecatombe nacional ¿no? Pues resulta que esta desigualdad la estamos sufriendo desde hace décadas y por culpa de unos y otros no se pone solución a una injusticia que luego tiene resultados nefastos para el interés general de todos.

No sé para ustedes, pero lo del próximo 28 de abril y elecciones posteriores es como jugar una partida al póker con las cartas marcadas. Sabes que por muy buena mano que tengamos la mayoría, la minoría de los que tienes al lado, a pesar de tener cartas peores, van a ganar siempre la partida. Así que hasta que no cambiemos de baraja o de normas me van a permitir, que a las elecciones en vez de llamarlas la fiesta de la democracia, las rebautice como la dictadura de los idiotas.
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