24/01/2016
 Actualizado a 15/09/2019
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Llevo unos días cabreado con la web de Caja España, ya que, además del cambio de nombre, el webmaster (andaluz, supongo) ha modificado la navegación, duplicado los menús superiores y suprimido algunos botones que para mí eran fundamentales. Una operación básica que antes resolvía en menos de un minuto se ha convertido en una auténtica odisea. Varias llamadas infructuosas, tres visitas a la oficina más cercana y la orden sigue pendiente. Nunca me había planteado cambiar de entidad a pesar de tanta fusión, absorción y confusión pero ya estoy mirando hacia la competencia porque no tengo hipoteca, ni coche, ni hijos, solo una nómina, congelada desde hace tiempo, pero suficiente para pagar unos cuantos recibos.

Vayamos por partes porque esta tribuna no pretende remover los cimientos de la banca, solo es un aviso de la enésima debacle leonesa, herida ahora de muerte en su músculo financiero. Primero debo decir que, siendo de letras, algo controlo de arquitectura web. Aprendí a estructurar su contenido en ‘El Rincón del Vago’, un portal de intercambio de apuntes que pudo adelantarse al fenómeno Facebook y en el que trabajé como becario allá por 1999. La segunda cuestión es que, si yo ando perdido en la página que nos ocupa, no quiero imaginarme la frustración de mis mayores u otros usuarios que acceden a Internet por castigo o porque nos les queda otra si necesitan calcular las posibilidades que tienen de llegar a final de mes sin sobresaltos. Y, como tercer argumento, es que todo esto se produce en una semana donde la consejera delegada de España Duero, María Luisa Lombardero, al hilo del mencionado cambio, aseguraba que "el sistema integrado es más eficiente y económico".

Supongo que por eso también ha cambiado la numeración de mi cuenta corriente y la de otros muchos. La huida a medio plazo del ahorro cazurro hacia otras ventanillas más cercanas que las malagueñas parece cantada. Lo pensé mientras veía en directo que para actualizar la cartilla de una señora hacían falta dos oficinistas. Acababa de leer que varios ejecutivos de Morgan Stanley, UBS y Rothschild diseñan una salida a bolsa que sirva para devolver las ayudas públicas que permitieron la compra de Caja España y Caja Duero a precio de saldo. En esa inminente operación se liquidará un sueño que comenzó con la creación en 1964 del Banco Industrial de León, entre cuyos fundadores estaba un antiguo minero de Candín. Por ahí iba la historia que les quería contar, pero me ha salido una columna desde el cabreo y tengo que concluir.
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