El voto de Feve

Manuel María Urueña Cuadrado
25/05/2023
 Actualizado a 25/05/2023
Desde 2011 el tren de Matallana no llega a la estación de León; ha perdido una parte importante de sus viajeros habituales; sus horarios son mucho menos útiles y los tiempos de viaje son más largos; los viajes desde y hacia León obligan a un trasbordo a autobús para recorrer los dos kilómetros cercanos a la ciudad.

Por si fuera poco, para añadir una molestia más, desde hace varios meses los viajeros que inician o terminan su viaje en León tienen que subirse o bajarse del autobús en la calle Suero de Quiñones, al lado de unos contenedores de basura, porque se iban a iniciar obras en el entorno de la estación; las obras no se están haciendo y el espacio donde paraba el autobús ahora está sirviendo de aparcamiento a coches que se supone pertenecen a empleados de Renfe.

Todo esto ocurre durante doce años sin que ningún representante público haya hecho una reclamación seria en el Congreso o en el Senado ni haya dimitido; sin que los alcaldes de los ayuntamientos por donde pasa el tren (Villaquilambre, Garrafe, Robles de Torío, La Vecilla, Boñar, La Ercina, Sabero, Cistierna, Prado de la Guzpeña y Puente Almuhey, donde viven unas 35.000 personas sin contar los habitantes de León), hayan formado un grupo para reclamar, con la indignación que correspondería, que el ministro del ramo dé cuenta y muestre los planes para esta línea, que no han sido los que ministros y altos cargos de Renfe han declarado. Hubo declaraciones que fueron una burla o mentirosas y, sobre todo, desinformación sobre este servicio público tan deteriorado desde 2011.

Pasan gobiernos y ministros sin que cambie la situación. Burla, sí; solo dos ejemplos:

Una Sra. Ministra dijo en 2016 en la prensa: «El inicio de las obras de Feve sólo están supeditado a que los técnicos aprueben un modificado del proyecto inicial».

Un Sr. Ministro dijo en 2017: «...una inversión de 24 millones que estará terminada a finales de año, cuando se iniciarán las pruebas de los nuevos trenes tranvía. Su puesta en servicio tendrá que esperar unos meses hasta que concluya el periodo de pruebas y se y se aprueba la normativa que regule el funcionamiento de los trenes tranvía».

El tiempo ha mostrado que quienes hicieron declaraciones como esas transmitieron lo que en realidad no sucedió y podemos pensar con fundamento que sabían otra cosa.

Otras declaraciones similares y recientes no son más que repetidos globos en tiempos preelectorales.

Si todo eso ha ocurrido en los últimos doce años y no ha pasado nada, los viajeros de esta línea de tren pensamos que todos nuestros representantes públicos, todos, han sido cómplices de ese abandono.

Hasta hoy no se ha iniciado la compra de los previstos trenes-tranvía que, por otra parte, no se comprarán nunca, porque sería absurdo comprar trenes-tranvía cuando no se prevé que esa línea de tren se combine con un servicio de tranvías; ese fue un proyecto fallido, abandonado y nunca explicado. El final de las reformas iniciadas en 2010 es todavía un secreto.

Y, sin embargo, todos los viajeros sabemos que la única y definitiva solución que asegure el servicio que este tren daba antes de 2011 y su futuro es volver a la situación de entonces: bajar la vías en un tramo de unos 500 o 600 metris y volver a construir un puente junto a la iglesia de Las Ventas. Solución más rápida y barata. Pero hace falta valor y tragarse las equivocaciones y los despilfarros en obras inútiles.

Tampoco ningún responsable público se ha atrevido a decir que esa línea de tren no merece ser mantenida en servicio; si lo dijera, demostraría que no se ha preocupado de pensar en la vertebración del NE de la provincia, ni en el proceso de despoblación que la amenaza. Este servicio, que funciona tan mal, lo necesitan viajeros, más cada día, pero no les sirve tal como está desde 2011; muchos dejaron de usarlo y ahora viajan en coche o cambiaron de domicilio.

El próximo día 28 hay que votar. Si el tren votara, su voto no podría ser para quienes en 11 años no han hecho nada por evitar su deterioro. Su voto sería ‘FEVE’ escrito sobre cualquier papeleta. Serían votos nulos para los candidatos y los partidos, pero muy válidos para llamar la atención por la desidia y la incapacidad demostrada en la gestión de esta estructura de transporte público y por el desprecio a los viajeros que la usan y a los que querrían usarla pero no les sirve.

Si los habitantes de los pueblos por los que el tren pasa quieren impulsar a que, por fin y de una vez, se resuelva la situación y se informe de su final, ese debería ser su voto. Si les interesa que el tren se recupere y asegure su futuro, ese voto podría ayudar a la solución definitiva para este tren necesario.

En los programas electorales para la votación del 28 de mayo se ve muy poco relacionado con este tren. Votar ‘TREN’ para que siga uniendo nuestros pueblos.
Lo más leído