21/04/2020
 Actualizado a 21/04/2020
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De vez en cuando veo algún telediario, consciente de que hoy día no siempre es el mejor camino para estar bien informado. Desgraciadamente para muchos es ésta la única fuente de formación e información. Así nos luce el pelo. Pues bien, hay informativos que me recuerdan a esa película tan enternecedora titulada ‘La vida es bella’. Cuenta la dramática situación de un padre con su niño en un campo de concentración. Ante aquellos horrores el padre los explica a su hijo como si se tratara de un juego, para que el niño no sufra. Y el niño es feliz, a pesar de estar en un infierno.

La pandemia que nos ha invadido es mucho más grave de lo que podamos imaginar. Un día sí y otro también recibo la noticia de la muerte de compañeros a los que ni siquiera podemos despedir como se merecen. Es desolador. Las cifras de los muertos, por mucho que desciendan, siguen siendo de varios centenares cada día. Pero, viendo u oyendo algunos informativos, la cosa no parece tan grave. Parece una continua fiesta, la gente cantando y aplaudiendo en los balcones o a la entrada de los hospitales, y todo apunta según ellos a que la gestión del coronavirus en España por parte del gobierno de la nación es realmente modélica. Tal vez para poder emitir un juicio sobre la forma de informar sobre la crisis habría que dilucidar si esa manera tan suave e idílica de presentar la crisis originada por la pandemia es para no asustar al personal o para disimular los graves errores cometidos. Y todo parece apuntar a lo segundo.

Ciertamente no es ningún plato de gusto para ningún gobierno tener que gestionar una situación como ésta de la pandemia y no sería fácil para ninguno el afrontarla sin errores. Lo que parece que nadie pone en duda es que, si fueran otros los que gobernaran, la oposición hubiera sido durísima y hasta cruel por parte de los que ahora presumen de manera triunfalista de una gestión ejemplar, sin la más mínima autocrítica. En este sentido hay una indignación bastante extendida no solo por los graves errores cometidos y los miles de muertes que podrían haberse evitado, sino por la utilización de determinados medios de comunicación y organismos oficiales para reprimir la transparencia y no dejar aflorar la verdad. Es como si nos encontráramos con otro virus bastante preocupante, aunque no afecte a los pulmones o al corazón, sino al cerebro, con el correspondiente lavado del mismo. Claro que ahora es tiempo de unirse todos contra el malvado virus asiático, pero sin descuidar este otro virus de la mentira, el populismo y la manipulación.
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