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El verano del Prado

30/06/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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El verano ya está aquí y ha llegado tórrido como él solo. Mira que soy defensor del calor, pero si este es la causa de la epidemia de vejigas impacientes que se recrudece cada día casi mejor que pare un poco. Lo que veo últimamente es una avalancha indecente y no me lo puedo callar, aunque deteste ponerme en plan indignado cívico. Pero que tire la primera piedra quien no haya soltado una miccioncilla entre dos contenedores en alguna ocasión.

El verano, amigos, también trae vacaciones e incluso puede animar el espíritu emprendedor. Puedes comenzar un proyecto pequeñito o puede que te guste hacerlo a lo grande y te de como a mi tío por comprar un barco pesquero y luego fumarte un puro.

Mi nueva empresita lleva el nombre de El Prado. Nada que ver con las fiestas regadas de sidra que tanto gustan a nuestros queridos asturianos (que también). Esto va del Museo del Prado. Que cada jueves será invocado en estas páginas como homenaje por su gran aniversario. Han pasado doscientos años desde que el vilipendiado Fernando VII allá por 1819 fundase el Real Museo de Pintura y Escultura en el edificio diseñado por Villanueva para Gabinete de Ciencias Naturales.

Como mi Reina Maga me trajo una tarjeta de Amigos del Prado, lo he visitado frecuentemente en estos meses intentando disfrutar algunas obras tal que si las tuviese en el salón de casa, que es como deberían disfrutarse. Y me ha salido una serie de diez comentarios de diletante a otras tantas pinturas. Ni ‘Las Meninas’ ni ‘La maja desnuda’, a pesar de que sean la primera y tercera obras más visitadas del museo aparecerán. Pero tampoco hago caso del hartazgo hacia los clásicos que han intentado inocularme Las Bistecs con su tema ‘HDA (Historia del Arte)’.

Esta columna se va de veraneo y les desea felices vacaciones. Recuerden que el aire acondicionado del Museo del Prado está afinado con precisión. Que la entrada por Los Jerónimos es mágica. Que a partir de las seis es gratuito. Y que por menos de cinco euros pueden comprar un portafolios con una de sus obras preferidas impresa y colgarlo en el salón de casa como copia autorizada. Yo tengo un Goya.

Dedico la serie a mi tío Miguel. Emprendedor de emprendedores.
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