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El velo y su circunstancia

28/12/2022
 Actualizado a 28/12/2022
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En este barrio del Crucero donde vivo, no es raro percibir diariamente la inconfundible voz del inmigrante moro y la de sus mujeres con el cabello oculto por un velo (hiyab). Esta población musulmana se ha asentado y multiplicado aquí de tal forma que gran parte del negocio frutero corre por sus manos.

A propósito del velo, ha tenido gran repercusión mediática lo sucedido el pasado 13 de septiembre a la joven kurda de 22 años Mahsa Amini, arrestada por un escuadrón especial o Policía de la Moral iraní al no llevar el pañuelo ajustadito a la cabeza, incumpliendo así el código de vestimenta islámico. Sin estar todavía aclaradas las causas exactas de su muerte, lo cierto es que Mahsa falleció después de estar dos días en coma en un hospital de Teherán. El abogado de la familia señaló el 2 de octubre que médicos independientes achacan su muerte a causa de los golpes propinados a la interfecta y no por patologías previas. El incidente ha provocado una gran repulsa internacional y una oleada de protestas masivas en el propio país.

Todas las religiones recomiendan o imponen a sus fieles distintas normas o exigencias que están obligados a cumplir. En el mundo cristiano el velo se ha emancipado tanto en el plano simbólico como en el normativo, porque ya no es obligatorio su uso ni para las religiosas ni para las mujeres laicas. El velo islámico, en cambio, es una prenda habitual que la mujer musulmana usa por devoción, tradición, antojo u obligación. Esto último puede suponer todavía algún conflicto en el espacio público. Como así acaba de ocurrir en Irán. Los motivos que llevan a la mujer a usar el velo pueden ser religiosos, culturales, ideológicos o políticos. Se puede decir que hay tantas razones como mujeres musulmanas. Las hay con velo porque quieren ser a simple vista identificadas como musulmanas. Otras han tenido que batallar en el seno familiar para ponérselo. Haylas, en cambio, obligadas a ponérselo por la misma familia. Y también quienes usan el velo como emblema de sumisión y quienes lo entienden, por el contrario, como modo de rebelarse contra el régimen o contra Occidente. Si bien es cierto que el Corán no impone el uso del velo, recomienda hacerlo «como instrumento para el mantenimiento de la moral y de las buenas costumbres» (Corán 33, 59).

Entre las implicaciones por las que el ‘ayatollah’ (señal de Ala o señal de Dios) Jomeini –líder supremo político-espiritual y fundador en 1979 de la República Islámica en Irán– responsabilizó al derrocado Gobierno del sha Reza Pahlevi está la de haber inducido a las mujeres a la perversión durante los treinta y ocho años de su monarquía. Aunque el régimen actual iraní reconoce a la mujer musulmana algunos derechos (educación superior, votación), impone aún una forma férrea de vestimenta, como la de ajustar completamente el velo sobre la cabeza. Es así, según el The New York Times, porque Jomeini consideraba la libre elección democrática como equivalente a la prostitución.

La mujer, cristiana o musulmana, tiene todo el derecho del mundo, sea con el velo, cualquier otro ropaje o sin él, al libre albedrío de manifestar su credo religioso, siempre dentro del orden público establecido por la ley. De modo que no puede ser discriminada en cuanto a la indumentaria ni por motivos religiosos ni por motivos políticos. El uso del velo islámico hay que considerarlo, ajustado o no al cabello, como una manifestación de derecho fundamental, sea en la calle o en cualquiera otro ámbito social o laboral.
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