Alfonso B&W

El vecino de arriba

27/10/2022
 Actualizado a 27/10/2022
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Juntar letras en este espacio quincenal sin que esté Lolo por cima es exactamente igual que andar como pollo en sin cabeza. Así debía de sentirse también mi ‘güelu’ Basilio cuando se quitaba su inseparable boina para tirársela a las ovejas si cogían mal careo o para entrar en la iglesia. Vamos, que en esta página falta algo a lo que estábamos tan acostumbrados que nunca pensamos que lo íbamos a echar tanto de menos desde el primer día.

No solemos prestarle suficiente atención al vecino de arriba. Y si lo hacemos, no suele ser para cosa buena, sino porque hay una gotera o porque hace mucho ruido al mover las sillas. Pero es que no todos los vecinos de arriba son como Lolo, que seguramente le sacase a usted una picarona sonrisa antes de bajar a leer las arremetidas de quien suscribe contra los gestores de la cosa pública.

A mí seguramente me maldecirán día sí y día también, pero con Lolo eran incapaces de enfadarse porque ellos eran casi siempre los primeros en reírse y porque, aunque no lo verbalizarán, en su interior acababan admitiendo que tenía razón en sus irrepetibles viñetas.

Nadie manejaba –ni manejará– como él la palabra ‘fato’, hasta el punto de que lo he dejado por imposible y he centrado todos mis esfuerzos en tratar de alcanzar la maestría en el uso de ‘coso’ y ‘cesto’.

Y nadie manejaba –ni manejará– como él los diminutivos. Yo era simplemente ‘Fonsín’ (quizá el ser un hombre a unas gafas de sol pegado le impedía apreciar mi contorno con nitidez), pero el catálogo era inagotable, como bien nos recordaba estos días en su precioso obituario el tío Ful.

Y seguramente en él figuraban muchos de esos niños que acudían a sus talleres y que estos días le recuerdan con emotivos dibujos en los que puede atisbarse con claridad la escuela del maestro Lolo. Me quedo con dos, uno en el que un león llora desconsolado y otro en el que el ángel y el demonio se ponen de acuerdo en que nuestro compañero fue muy grande.

Lolo, ojalá hubiese goteras en esta página y calase hacia abajo una décima parte del cariño que quienes te querían y admiraban van a dejar a partir de ahora en tu hueco, el del vecino de arriba perfecto. Ahora estás mucho más alto, pero tu humor no morirá nunca. Espéranos.
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