El valor de la materia gris

Copenhague sumergió el teatro Bergidum en una profunda reflexión sobre la ética y la naturaleza humana. Incluso en un marco devastador como el de la II GM, la distinción entre héroes y villanos no resulta sencilla

A. Cardenal
22/02/2019
 Actualizado a 15/09/2019
Copenhague, protagonizada por Emilio Gutiérrez Caba, Carlos Hipólito y Malena Gutierrez.
Copenhague, protagonizada por Emilio Gutiérrez Caba, Carlos Hipólito y Malena Gutierrez.
La humanidad tocó fondo como especie en la Segunda Guerra Mundial. El auge del fascismo, el comunismo y la proliferación del odio hacia todo lo diferente a punto estuvieron de conseguir que el hombre se destruyese a sí mismo.

Y se destruyó en parte. En una época en la que la incertidumbre reina en el mundo, vale la pena echar la vista atrás y recordar el peligro de los extremos, que nada es blanco o negro.

Copenhague, dirigida por Claudio Tolcachir, hizo parada este jueves en el teatro Bergidum de Ponferrada dispuesto a regodearse en la infinita variedad de matices grisáceos inherente a la raza humana y sumergir al espectador en una reflexión que trasciende el escenario.

En 1941, con Dinamarca ocupada por los nazis, la ciudad fue testigo del último encuentro de dos de las mentes más brillantes de la ciencia del siglo XX, Niels Bohr y el alemán Werner Heisenberg. Pupilo y maestro en tiempos de paz, ambos se encontraron por última vez a punto de ser devorados por la carrera nuclear alemana y aliada.

La historia, durante décadas, concedió el papel de héroe a Bohr y de villano a Heisenberg, una descripción demasiado sencilla que no hace justicia a ninguno.

Qué ocurrió fue y sigue siendo un enigma con el que Tolcachir juega con maestría gracias a un reparto soberbio. Emilio Gutiérrez Caba, Malena Gutierrez y un soberbio Carlos Hipólito en el papel de Heisenberg invitan al espectador a participar en un debate ético en el que salvadores y demonios intercambian papeles durante el transcurso de la obra.

Hipólito muestra todas las caras de Heisenberg: la del joven que pasea de la mano con el hijo de Bohr, la del científico ambicioso y la del hombre atrapado entre la espada y la pared.

Así, mientras Bohr participó en la fabricación de las primeras bombas atómicas de los aliados, Heisenberg, aislado con varios científicos tras la derrota nazi, realizó los cálculos de la masa crítica necesaria con Europa ya en paz tras el lanzamiento en Hiroshima en apenas dos días, lo que refrendó la tesis de que nunca intentó seriamente resolver el problema ante el dilema moral que suponía desarrollar una tecnología capaz de borrar miles de vidas en un instante.

¿Quiénes fueron los villanos?
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