El último vestigio del atraco de San Pedro Bercianos

Tres muertos y tres heridos. Este fue el resultado del atraco al ‘Estanco de Ambrosio’ el 28 de julio de 1946 y del que aún queda algún ‘balazo’ de recuerdo

Alejandro Rodríguez
04/06/2023
 Actualizado a 04/06/2023
Orificio de la bala que hirió a Vicente Ferrero, único vestigio que se conserva del atraco. | JAVIER BENÉITEZ
Orificio de la bala que hirió a Vicente Ferrero, único vestigio que se conserva del atraco. | JAVIER BENÉITEZ
No acaparó ningún titular de la prensa del momento, ni tan siquiera fue noticia, pero bien es cierto que lo sucedido en el mes de julio del año 1946 en la localidad paramesa de San Pedro Bercianos, no lo han olvidado sus vecinos.

El inmueble que un día albergó el estanco del pueblo, se ha convertido en una modesta vivienda de dos plantas con fachada de color blanco. A ambos lados de la misma, dos casas con paredes de tierra y puertas de madera siguen en pie aguantando estoicas el paso del tiempo habiendo sido testigos de los hechos que son narrados a continuación y que han sido investigados por el documentalista Javier Benéitez Mateos.

En la mañana del domingo 28 de julio de 1946, cinco individuos irrumpen en la localidad de Villar de Mazarife y hablan con varios vecinos, su objetivo parece ser localizar a toda costa un lugar donde hacerse con dinero fácil. Continúan el camino y a su llegada a la localidad de La Mata del Páramo, hacen un alto para comer algo y posteriormente se dirigen al vecino pueblo de San Pedro Bercianos. Una vez en la localidad, uno de los cinco hombres pregunta directamente por Ambrosio Fernández, el estanquero, que al parecer ya conocía, según se desprende de los testimonios de familiares directos de los vecinos que se vieron involucrados en estos hechos.

A partir de este momento todo sucede muy rápido, una vecina avisa a Germana, la mujer de Ambrosio el estanquero, diciéndole que hay un hombre que pregunta por él, mientras tanto los otros cuatro individuos ya se han colocado estratégicamente en las inmediaciones del exterior del estanco, uno se sube a la torre de la iglesia, otro se esconde tras la esquina de la pared de enfrente, al otro lado de la carretera, mientras los otros dos, a cierta distancia, observan todo lo que sucede a su alrededor.
Cuando Ambrosio sale al encuentro del supuesto conocido, se inicia una conversación que si bien al principio parece cordial, a medida que pasan los minutos se vuelve más acalorada; el hombre le demanda cierta cantidad de dinero y el estanquero manifiesta no tener lo que le piden, los atracadores comienzan a ponerse nerviosos, dan voces exigiendo que «por imperativo legal» aparezca el dinero, algunos vecinos se percatan de que algo anómalo está sucediendo en el interior del estanco, se acercan al lugar, y en este trance, ante la negativa de Ambrosio de facilitar el dinero, uno de los individuos que se encontraban en la retaguardia, llamado Enrique, saca un arma y se produce un primer disparo que hiere gravemente por ‘fuego amigo’ a uno de los suyos, se trata de César, de apellidos y domicilio desconocidos en aquel momento. Manuel Ramos asesinó en el atraco a Ambrosio el estanquero, así como a su sobrino Marcos, un joven agricultorA continuación, el cabecilla del grupo, llamado Manuel Ramos Rueda, le indica a otro de ellos, al que llaman Llaneza, que lo acompañe para recoger a César, que se encuentra herido en el suelo, momento que Manuel Ramos aprovecha para disparar y matar al dueño del estanco, Ambrosio, y a su sobrino, Marcos Berjón, agricultor de la misma localidad que se encontraba en el interior del estanco. Cuando Vicente Ferrero Rodríguez, vecino de la casa situada a la izquierda del estanco, y que se encuentra en esos momentos merendando con el pan y la navaja en la mano, sale a ver lo que sucede tras escuchar los disparos, uno de los asaltantes le apunta con el arma y le dice que se meta en casa, a lo que Vicente hace caso en un primer momento, dejando la puerta entre abierta para ver lo que sucede, hecho que no pasa desapercibido para el asaltante que le ha indicado que se vaya, quién le dispara y acierta a darle en un hombro al atravesar la bala la puerta de madera tras la que se parapeta, salvando milagrosamente la vida.Hoy en día, el orificio que dejó esa bala en la puerta de madera de la casa de Vicente Ferrero, es el único vestigio físico que se conserva de aquel fatídico día. Esta vivienda no ha variado su aspecto y la puerta, fiel testigo de lo sucedido, es la única que podría contar en primera persona lo que sucedió aquel día. Vicente Ferrero utilizó a partir de entonces este orificio de bala a modo de las actuales mirillas de las puertas de hoy en día, ensanchó un poco el agujero para tener mayor ángulo de visión, y llegó a practicar tres orificios más en una de las puertas interiores de su vivienda que daban al patio con el mismo fin, todo ello según cuentan sus familiares, debido al gran trauma que adquirió por causa aquellos hechos hoy aquí descritos.Pero no acaban aquí los hechos, otro vecino de San Pedro Bercianos resulta herido por un disparo de los asaltantes, se trata del agricultor Isidoro Francisco Ferrero, que llega al lugar de los hechos al escuchar los primeros disparos, y que a pesar de que una bala lo alcanza y le atraviesa una pierna, salva milagrosamente la vida. Isidoro, al igual que Vicente, quedará marcado para toda su vida por lo sucedido.El otro fallecido fue César, uno de los atracadores, que fue herido sin querer por otro de los asaltantes En su huida dirección a la vecina localidad de Fontecha del Páramo, los asesinos se topan con otro vecino y agricultor de San Pedro Bercianos, se trata de Cayetano, el cual viene del campo acompañado de su borrico, a cuyo lomo le ordenan los delincuentes que suba a César, el asaltante herido. Cayetano y su burro son obligados a continuar la huida con ellos indicándole que no mire para atrás, y mientras esto sucede, los cuatro hombres hablan entre ellos de la posibilidad de acabar con la vida del agricultor. En un lugar indeterminado del monte, entre las localidades de Fontecha del Páramo y Méizara, el herido es abandonado todavía consciente por sus acompañantes tras haber perdido mucha sangre. César murió con toda probabilidad a manos de sus compañeros para que no pudiera hablar y delatarlos. Cayetano, el agricultor, salvó la vida, pero quedó afectado anímicamente para siempre. El atraco se saldó con tres muertos y tres heridos, y el cabecilla de la banda, Manuel Ramos Rueda, redactó tiempo después de su puño y letra un informe mecanografiado de siete páginas para el Partido Comunista de España comunicando sus ‘méritos’ a la dirección del partido, y que se conserva en el Archivo Histórico del Partido Comunista en Madrid. Este informe fue publicado en julio del año 2011 íntegramente en varias entregas del desaparecido periódico ‘La Crónica de León’ del que por aquel entonces era director del mismo Daniel Álvarez de la Torre, quien además mantiene un blog público a día de hoy donde relata todos los asesinatos, robos y vida en general de Manuel Ramos, entre otras cosas.
Así relataba Ramos literalmente lo sucedido: «En San Pedro Bercianos (28 julio de 1946), contra el estanquero que era falangista. Participaron Enrique, Llaneza, César, un guerrillero más reclutado [palabras no legibles] últimamente y yo. Aquí fue herido César, pero no se sabe quién lo hirió. En esta ocasión Enrique se puso nervioso y comenzó a disparar. Al formarse el tiroteo empezaron a correr y dejaron a César en el corral herido. Yo me volví e hice que volviera conmigo Llaneza para recoger a César. Entramos en el corral y yo aproveché para tirar la puerta y matar al dueño del estanco y a su sobrino. A César lo llevamos 14 kilómetros para ver si lo podíamos curar. Pero se nos fue desangrando por el camino y tuvimos que [palabras no legibles] que no dejarlo vivo y pudiera hablar».

La noticia corrió como la pólvora


El día en el que todo esto sucedió, un domingo al anochecer, en el Salón de Baile de la vecina localidad de Bercianos del Páramo, donde muchos de los vecinos de San Pedro disfrutaban del baile dominical, la noticia del asesinato del estanquero y su sobrino y los heridos que produjeron los atracadores corrió como la pólvora. Un longevo vecino de San Pedro que se encontraba a la puerta del baile de Bercianos junto a sus amigos, a los que no dejaban entrar en el local debido a su corta edad, cuenta hoy en día que no se le ha borrado de la memoria como sus mayores comentaban aquel día que Don Ramiro Castrillo, el médico de la localidad y de otras limítrofes, se dirigió inmediatamente al lugar de los hechos armado, con la doble intención de auxiliar a los heridos y plantar cara a los atracadores. Cuando llegó todo había acabado.

En cuanto a Manuel Ramos Rueda, autor confeso de estos asesinatos, contaba en aquel momento con 30 años y un largo historial delictivo a sus espaldas. Nació en Santa Lucía de Gordón en 1916, apodado entre otros ‘El patatas’ o ‘El Ramos’, cometió su primer crimen con tan solo 18 años en Cisterna, donde vivía y trabajaba como minero, cuando en una discusión por cuestiones de trabajo con otro minero natural de Fuentes de Peñacorada, apodado ‘El Moreno’, le descerrajó cuatro tiros con su revolver huyendo a continuación del lugar.
Lo más leído