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El trile para extranjeros

15/02/2021
 Actualizado a 15/02/2021
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A estas alturas de la película sobre la democracia no voy a contarle que cualquier elemento puede ir en una lista, aunque sea de relleno para cubrir el exagerado número de puestos que contempla la normativa sea cual sea la asamblea a componer, y termina por ejercer eso que llaman política. Esto pasa muchísimo a nivel local, pero también a nivel nacional aunque el número de trileros con poder sea indirectamente proporcional a la altura del cargo. Por fortuna.

Aunque se cuenten por cientos y si usted y yo nos ponemos a dar nombres sacamos unos cuantos, le cuento que un señor y yo estábamos hablando esta semana en confianza del caso concreto de un tipo que todo aquello que el diccionario entiende por persona informal, irresponsable y que no merece crédito alguno tiene la responsabilidad de ser concejal y un presupuesto superior al medio millón para gastar a su antojo.

Por suerte o más bien desgracia, usted me entiende mejor que un señor casado con leonesa, que ha estado toda la vida en Suiza y que llegó en medio de la conversación, al que le tuvimos que explicar lo de ser un cantamañanas, el juego callejero de los cubiletes y la bolita y lo de que aquí cualquiera llega a alcalde, consejero o diputado. No entendía el peligro de dejar en manos de un vulgar trilero de feria, de los que están acostumbrados a hacer caja con los juegos de apuestas fraudulentos en los que los compinches son parte esencial del negocio, las cuentas de un ayuntamiento o la cuenta corriente de una junta vecinal.

Entre otros muchos, son los riesgos de nuestro sistema electoral, querido lector. Aquí cualquiera puede elegir y ser elegido aunque después vengan las contingencias propias de dar mando a un insensato o autoridad a un tipo al que le cuesta hacer una o con un vaso y por eso cuesta explicar a un extranjero que elijamos fulleros que el mismo día que deciden acudir a las elecciones saben que es para ganar dinero de alguna manera.

María Moliner definió al cantamañanas como «persona que no merece crédito ni consideración», así que mis disculpas por malgastar papel en contarle cómo le expliqué a un suizo que un trilero se puede convertir en concejal.
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