El traje del olvido

20/05/2020
 Actualizado a 20/05/2020
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Siempre recuerda Mauri algunos reportajes entre los mil que ha hecho, los que le han dejado una huella más profunda. El de Vicente levantando la vara contra los guardias en Riaño, el cementerio de Manjarín, algunas de la Marcha Negra, el mastín canguro de ovejas... tantas.

Y nunca se olvida de una del viernes 13 de diciembre de 1991. Salía el último turno del último día de la historia de Hulleras de Sabero y Anexas, en su famoso pozo Herrera II. El minero quedó desnudo, así salía en la foto, vestido solamente con un cigarro en la boca. Y en la esquina de aquellos vestuarios, los típicos vestuarios de mina, quedaban tirados, sucios y apilados sin orden, cascos, botas de goma, lámparas, monos, el papel que envolvió los últimos bocadillos... Todos juntos escribían el acta de defunción de una historia que había nacido en 1892 como Sociedad Palentino Leonesa y había acabado 99 años más tarde, no quisieron que cumpliera el siglo, como símbolo del olvido, el engaño, la mentira de lo prometido y no cumplido, el inicio de una muy peligrosa cuesta abajo, por la que todavía resbalamos.

Aquellos mineros no quisieron llevarse nada que les recordara la derrota de su oficio y la muerte de su pozo. Allí quedó todo tirado, testigo mudo.

Han pasado casi 30 años. Hemos ido de Sabero al Bierzo, pero la historia es la misma. Tan solo falta el minero desnudo, ya no estaba allí, pero están todas las otras piezas del puzzle de la ignominia de ir dejando morir a los pueblos para después crear comisiones que estudien cómo resucitarlos y llegar a la conclusión de que ya es demasiado tarde.

Ahí están, tirados en el suelo, los trajes que vamos a llevar a la ceremonia del olvido.
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