El trabajo de los hortelanos

Han sido y son fundamentales para la economía rural de los pequeños pueblos, pero también, los agricultores son indispensables para dar a luz productos únicos que tienen nombre más allá de las fronteras bercianas

Ramón Cela
14/10/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Los productos bercianos tienen muchas cosas que les hacen peculiares y valorados.
Los productos bercianos tienen muchas cosas que les hacen peculiares y valorados.
En época de cosecha, a los hortelanos villafranquinos y bercianos en general, se les puede observar cómo va cambiando su semblante a medida que transcurre la recolección. Siempre, sucede exactamente lo mismo y de igual manera. Van recibiendo los frutos que tanto esfuerzo les costó a lo largo de todo un año, con sábados y domingos incluidos, ya que si no fuera así, de poco les servirían los cientos…y hasta miles de horas de duros trabajos, que pese a las inclemencias del tiempo hacen porque, si no fuera así, la familia pasaría por enormes penurias durante los restantes meses del año.

En ocasiones, los que no entendemos de campo ni de trabajos de sol a sol, pensamos que cualquier producto hortícola es caro, sin pararnos a pensar lo que ese tomate o lechuga costóa quien lo cultivó y las vicisitudes que tuvo que pasar para llegar a esa jaula o cesto donde se expone con maravillosa vista y fragancia.

Yo he visto como con la humeante neblina que produce el sol sobre la tierra, el agricultor va trabajando con mimo esta, como si se tratara de una esplendorosa joya a la que es preciso mimar y acariciar hasta la saciedad, si queremos que sus frutos sean el sostén de eso que tanto cuesta y que es criar y educar a toda una familia.

Los frutos villafranquinos y bercianos, puedo asegurar que todavía al día de hoy son regados con el sudor del hortelano al que no le importa, que llueva o haga un sol torrencial, porque es su modo de vida, su trabajo y, en definitiva, a donde le llevó el destino, razón por la cual, es difícil observar como estos artistas de la tierra, maldicen su mala estrella, porque gracias a ella, viven y come toda su prole.

De esta manera, sobre todo en los márgenes del Río Burbia, nos encontramos con hortelanos que, sin dejar descansar la tierra, comienzan a trabajarla una vez hecha la cosecha anual, porque si se dan prisa y el tiempo no es demasiado inclemente, ponen pequeños invernaderos, para que el invierno no maltrate lo que en un futuro muy próximo será plantado con semillas que preparadas en las noches otoñales e invernales, deben de producir las plantas que desde Astorga a Lugo, Villablino o Valdeorras han de ser sembradas,antes o entrada la primavera.

Al mismo tiempo, de donde antes se arrancaron las plantas, ya bien abonadas, se deberán replantar otras nuevas, para que pronto alcancen a aquellas que fueron plantadas con tierra descansada y aquí, es donde radica el gran secreto del hortelano del Burbia, porque lo que casi todo el mundo ignora es que, con el agua del riego, van mezcladas las enormes gotas de sudor, que tanto trabajo produce el campo.

Pero todo tiene su truco y después de muchos años, las Vegas del Burbia, siguen produciendo las enormes y dulces cebollas de Villafranca, que no producen hedoral ser digeridas y sí adictos a ellas que se exportan a toda la Península, como exquisito manjar.

Mientras que por otra parte, también se llevan plantas a diversas regiones y que , curiosamente, el producto sigue llevando el nombre de Cebollas de Villafranca, aunque al final muy pocas personas sepande qué provincia sony algunos las atribuyen a otras Villafrancas existentes en toda la geografía española.

Ahora, los hortelanos se han encontrado con otro problema que, realmente, no les gusta nada, ya que en su ego interno les gusta presumir de que las cebollas que ellos producen tienen un peso estimado entre un kilo o dos por unidad, pero el mercado exige que sean mucho más pequeñas y se ven obligados a arrancarlas de la tierra con demasiada antelación, para que no crezcan más, mientras que los grandes y pequeños restaurantes, prefieren las que sobrepasan el kilo e incluso las de dos, razón por la cual obligan a que el pobre agricultor, tenga que complacer a la diversa clientela y de esta manera, en diversos establecimientos restauradoresse sirven como especialidades culinarias conchas de cebolla con otros tipos de manjares para el paladar como algo muy novedoso y que tiene una enorme aceptación en restaurantes de lujo. Pero no solo se producen cebollas de extraordinaria calidad en las huertas bañadas por el Burbia, que dicho sea de paso, está declarado por el Consejo de Ministros como Río de Atención Especial, por tener más de treinta kilómetros sin ningún tipo de contaminación, algo que a los villafranquinos, nos hace muy felices, ya que podemos tomar un baño y beber el agua al mismo tiempo.

Como decía y para terminar, la huerta que baña el Burbia, es un prodigio en calidad, ya que tanto los tomates, también especiales de esta zona y que en muchas ocasiones sobrepasan con creces el kilo de peso, son carnosos y de extraordinario sabor del que tanto prestigio emanan fuera de nuestra provincia, ya que actualmente varias conserveras producen salsa de este vegetal, como la incontestable calidad que tienen los pimientos asados que desde el Bierzo se exportan a todo el mundo, mientras que los hortelanos dedican unos días a preparar tarros y más tarros y, como si de una droga cultivada se tratara, afirman que son para consumo propio, pero algunos sabemos que en ocasiones los regalan a sus seres queridos como muestra de su cariño, debido a que su sabor y preparación artesanal, parecen responder a los pertinentes caprichos de los dioses.
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