Y es que ante el líder, el feudo berciano registró una de las mejores entradas de su historia, cifras con las que solo puede competir el lleno del histórico cruce de Copa del Rey ante el Real Madrid o la fase del ascenso logrado en 2012.
En el partido de ida de la eliminatoria decisiva ante el Tenerife, El Toralín también sobrepasó la barrera de los 8.000 espectadores y desde entonces no había vuelto a acercarse.
Ni siquiera en sus mejores años. En la temporada 2014/2015 la Deportiva recibía al Alcorcón con opciones de jugar el ‘playoff’ de ascenso a Primera División por primera vez en su historia y 7.300 gargantas arroparon a una escuadra blanquiazul que dos años después del frustrado asalto a Lugo, volvió a quedarse a solo un paso de la gloria con un equipo en el que destacaban promesas como Kepa o Sobrino, hoy ya asentados en el fútbol de élite, y en el caso del portero, batiendo récords de traspasos.
Así, la media de espectadores durante la etapa de la Ponferradina en la división de plata apenas superó los 5.000 espectadores.
Con el equipo ya en Segunda B, ni siquiera los derbis ante la Cultural lograron cautivar a la afición. En el de 2016, en el estreno de la temporada en El Toralín no se sobrepasó la barrera de los 6.000 espectadores y este año, pese al excelente arranque de curso de los blanquiazules que recibían al eterno rival en lo más alto de la tabla, la entrada fue de 7.900 espectadores.
También se han dejado atrás las pobres cifras de la era Terrazas. El pasado curso, con el equipo coqueteando con el descenso durante casi todo el año, la media de asistencia no llegó a los 3.000 aficionados y la máxima asistencias se quedó en los 3.500 del estreno ligero en El Toralín ante el Racing de Ferrol.
Cifras de otra Liga
De hecho, el ambiente vivido el pasado domingo no tiene nada que envidiar a los del fútbol profesional.
Hasta cuatro estadios de Segunda División –Nou Estadi, Los Pajaritos, Juegos del Mediterráneo y Cerro del Espino– se quedaron muy lejos de las cifras del Toralín, que incluso no se quedó lejos de los 10.000 espectadores del Rayo Vallecano – Valladolid o del Leganés – Espanyol, ambos de Primera División.