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El tío vivo hispano

22/02/2023
 Actualizado a 22/02/2023
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El ‘tío vivo’ o los ‘caballitos’ que decíamos en nuestra juventud, se puede aplicar el término al extraño momentos que vivimos y no sólo referido a la política.

Estamos en un sin vivir, en una nación donde cada cierto tiempo, tenemos la ‘suerte de los pelotudos’ que contemplan y cuentan de forma recurrente la misma historia, repe, creyendo que es gratuita pero que indudablemente les pasa factura siempre, siempre, y viven a su costa ingentes cantidades de visionarios y okupas de eso que llaman política y sociedad civil, abducida por el efecto de las redes.

Este tío vivo o caballitos, dispone de múltiples formas de excitar la imaginación de los expectantes padres y madres que ven como sus hijitos se suben a los caballos, burritos u otras formas que animan la velada, entre vueltas y vueltas, música y gritos, así como cochecitos, autobuses y carrozas para los menos arriesgados, es cierto que en ocasiones el riesgo aumenta cuando hay asientos con cadenas, pero realmente esto es harina de otro costal.

Los caballitos dan vueltas porque están bien engrasados y se vuelven monótonos como la vida misma, como la de siempre, porque se ven las mismas acciones y las mismas cositas, algo que los más leídos hablan de que hay reuniones donde parlotean los más espabilados para convencer del programa político con el fin de ocupar un sillón en la casa municipal del pueblo para, dicen ellos, mejorar el pueblo, la ciudad o, como dicen ahora los modernos de boquilla, la autonomía.

Una vez que la urna se vacía, se cuenta el papelito y se anota formalmente el resultado, vuelve todo el mundo a oír las mismas monsergas, los mismos actos, la misma rutina, y los mismos despropósitos.

Como el tiovivo circula, nunca mejor dicho, alrededor de su eje y marea bastante al usuario, da la impresión que los dislates que se descubren no tienen mayor importancia hasta la próxima feria en que los aparatos de los feriantes vuelven a hacer acto de presencia, para que la imaginación, la trola y la mentira pasen desapercibidas ante los incumplimientos de aquellos que en su creencia de arreglarlo todos han tenido batacazos importantes y sólo han conseguido éxitos notables como por ejemplo ser la ciudad o el pueblo que más ha gastado en las luminarias de Navidad ocultando, por ejemplo, a su pueblo la falta de una buena red eléctrica, telefónica o incluso una conexión de ferrocarril para evitar que los usuarios se queden en mitad del campo en pleno siglo XXI por averías que sólo existían antiguamente.

¿Catastrofistas? ¿Fascistas? ¿De extrema derecha? En el tío vivo de la política lo único que existe realmente es la caradura, la mentira, la desfachatez y la reiteración de lo mismo, siempre lo mismo, es decir el engaño del elector que se resigna y después de taparse la nariz al votar va a tomarse unos vinitos para celebrar el hastío y el desconsuelo.

Y los que le dan ala manivela del tiovivo incluso dejan que este circule hasta que el engranaje se caiga de viejo y origine algún disgusto endosando el accidente al primero que pase que pase por allí.

Sería interesante que los programadores de ‘tíos vivos’ tomaran cartas en el asunto y ofrecieran algo ilusionante, cumplieran lo que prometen sobre esos esplendorosos caballitos que ya, incluso, no suscitan la curiosidad de los más pequeños porque se han echado en manos de la telefonía y las redes sociales originando grandes carreras esplendorosas como las de ‘youtubers’, ‘influencers’ y un catálogo de inutilidades dignas de la decadencia que nos asola.

Bienvenidos al tiovivo que nunca defrauda, aunque aburre notablemente, y sumerge en el hastío a la población, a no ser que se abra la esperanza de que una nueva generación adopte los buenos hábitos y prácticas de considerar el esfuerzo, la excelencia, el estudio y la investigación como las nuevas preocupaciones de los seres que se han dado que están construyendo un futuro de metaverso engañoso.
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