El timo de la Transición

Juan Carlos Ponga Mayo
12/09/2020
 Actualizado a 12/09/2020
Mucho se ha escrito en este país y fuera de él sobre la bondad de la transición política española, sobre el éxito del paso de la dictadura a la democracia sin una revuelta social, obviando siempre los asesinatos de ETA y las represiones de la policía sobre estudiantes y obreros.

Pero no van destinadas estas líneas a justificar ninguno de esos planteamientos. Solo pretendo hacer pensar a quien las lea sobre lo que ha representado para todos los españoles, y en especial para los leoneses, la consolidación de un sistema económico creado durante el franquismo.

No hay que ser economista ni un catedrático de historia económica para darse cuenta de que el sistema económico de este país esta totalmente desequilibrado. Tenemos una economía basada en una sociedad de servicios escasamente industrializada y eso es consecuencia de lo mal que se hizo todo en el franquismo y luego en la transición.

Las grandes fortunas de este país se han hecho al amparo del régimen franquista con concesiones de trabajos a la vera del presupuesto nacional en obras y en servicios, las grandes industrias, los famosos polos industriales, estaban en manos del estado con todas las corrupciones posibles. Con la llegada de la transición todo el sistema se vino abajo, había que invertir mucho dinero para que aquella industria que había quedado totalmente obsoleta se pusiera al día y en competencia con las industrias europeas y los bancos y las grandes fortunas del país decidieron que no merecía la pena que aquello no era tan rentable como la especulación e invertir en obras de construcción e infraestructura. Desde ese momento se sentenciaron y se fueron dejando morir poco a poco las siderúrgicas, los astilleros, las minerías, los textiles…

Las pocas empresas que quedaron en manos del estado, las rentables, telefónica, eléctricas… se encargó el presidente Aznar de venderlas a saldo a aquellos que no habían querido invertir en las grandes industrias.

Especular con los terrenos urbanizables, con las concesiones del estado, con las obras públicas proporciona unos beneficios mucho más rápidos que invertir en cualquier industria. España ha sido en algún momento el país que tenía, y en parte sigue teniendo, las más importantes empresas de construcción de Europa, pero ¿cuántos empleados tiene cada una? ¿cuántos obreros? Son empresas que viven de la especulación, de la subcontrata, de los proyectos incompletos para, poco después de empezar las obras, exigir reformados y ampliaciones de presupuesto. El ejemplo mas claro lo hemos sufrido los leoneses; son las obras de los túneles de Pajares para el AVE de León a Asturias que nadie sabe lo que terminarán costando, ni cuando se terminarán si es que algún día se acaban y los deterioros medioambientales que ha ocasionado la obra ¿quién los paga? ¿cómo se revierten?

Vivir del presupuesto general del estado es una consigna de los grandes capitales. Cada vez que se reúnen banqueros y grandes empresarios siempre se habla de lo mismo: las inversiones del estado en infraestructuras que empiezan valiendo cuatro y terminan costando doce y que en muchos casos no sirven para nada y ahí están esas autopistas inútiles u absurdas, que nos han costado un pastón a todos los españoles, del entorno de Madrid o lo edificios que se han construido para mayor gloria del político y del empresario y que han quedado abandonados porque no sirven para nada.

La especulación ha sido el santo y seña de las empresas y de los políticos. Hasta un ministro llego a decir: «Quien no se hace rico en este país es porque es tonto o porque no quiere». (Carlos Solchaga) Se ha especulado con las costas hasta el extremo, llenando de hormigón el litoral. Los bancos han apoyado a las constructoras y han abandonado las propuestas industriales, así se ha creado una burbuja que nos estalló en los morros hace más de una década. ¿Se aprendió algo? Si, aprender se aprendió, pero no interesó cambiar las cosas. Se ha seguido apoyando lo mismo, la especulación, la subvención y el presupuesto del estado. El dinero ganado con la especulación ha pasado a aprovecharse de los flecos de la sanidad y a recoger lo que no se invierte en la sanidad pública y se privatiza, hospitales públicos de gestión privada, secciones y servicios que se externalizan… Servicios que si no rinden los beneficios previstos eliminan personal, exigen más dinero público…

Así hemos asistido a la muerte de la minería después de millones para las empresas mineras, carreteras como la de León a Benavente o la autopista de León a Astorga que se han tenido que volver a adecentar o rehacer en parte porque no se hicieron bien y todo a costa del dinero de los contribuyentes.

No aprenderemos. Nos siguen vendiendo humo y en todos los estamentos desde el estado, pasando por las comunidades autónomas, hasta los ayuntamientos. Un ejemplo final. ¿Cuantas veces se ha reformado Ordoño II? Ninguna de las reformas ha tenido sentido. Ordoño II es una calle muerta desde el momento en que los bancos la tomaron como santo y seña y acabaron con la mayor parte del comercio y se especuló con el valor de sus locales. El cierre de la atención al público de la banca será el final definitivo. No se pasea por Ordoño II, no hay nada que ver, no hay nada atractivo., pero un pronóstico.: Se acabarán estas obras, no funcionarán y dentro de cuatro o cinco años volveremos a ver obras en Ordoño II. Una pregunta: ¿Quién exige a nuestros políticos locales que siempre se hagan obras en Ordoño II?
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