"El tiempo avanza y uno ve cómo se va destruyendo"

Carlos Saura recorrió en su años jóvenes la provincia con su cámara de fotos y reflexionó sobre el paso del tiempo con motivo de la exposición ‘Otras miradas’ que inauguró en 2009 en Casa Botines

Joaquín Revuelta
16/02/2023
 Actualizado a 16/02/2023
El fotógrafo y cineasta Carlos Saura en la inauguración de la exposición ‘Otras miradas’ que tuvo lugar en 2009 en Botines. | PEIO GARCÍA (ICAL)
El fotógrafo y cineasta Carlos Saura en la inauguración de la exposición ‘Otras miradas’ que tuvo lugar en 2009 en Botines. | PEIO GARCÍA (ICAL)
Esta profesión te permite conocer y en el mejor de los casos entrevistar a personas a las que llevas admirando desde la juventud. Es el caso de Carlos Saura, fallecido el pasado viernes a los 91 años de edad y cuyas películas me marcaron desde la adolescencia. ‘La prima Angélica’, ‘Cría cuervos’, ‘Elisa vida mía’ y ‘Mamá cumple cien años’ también formaron parte de aquel proyecto de juventud que fue el Cine Club Universitario de León y cuya historia conforma el libro ‘Ven y mira’ (Reino de Cordelia) de reciente publicación. El cine comercial también me permitió descubrir ‘Deprisa deprisa’, cuyo ‘leit motiv’ musical, ‘Me quedo contigo’ de Los Chunguitos, y el bello rostro de la actriz no profesional Berta Socuéllamos me acompañaron muchos años después de visionar la película en el desaparecido cine Pasaje. Todos estos recuerdos vienen a corroborar mi admiración por Saura, que confieso se ha ido matizando al tiempo que fue abandonando la narrativa en beneficio de la experimentación con su cine musical. Pero el pretexto de este artículo es recordar el paso de Carlos Saura por la capital leonesa el miércoles 16 de diciembre de 2009 con motivo de la inauguración en el Edificio Botines, entonces sede de Caja España y hoy reconvertido en el Museo Casa Botines Gaudí, de la muestra retrospectiva ‘Otras miradas’ que recorría la trayectoria del director de ‘La caza’, que entonces se encontraba inmerso en el montaje de ‘Flamenco, Flamenco’. No fue una entrevista en profundidad, por falta de tiempo, pero hoy resulta muy elocuente de la personalidad de un artista que trabajó hasta el último día y que ya entonces reflexionaba sobre el paso del tiempo. «Espero que no esté aquí representada toda mi vida y que continúe un poco más. Esto se parece ya a un réquiem. Ya soy mayor –estaba a punto de cumplir 78 años– pero todavía tengo muchas cosas que hacer, espero, y quizás dentro de unos años haya que volver a hacer otra exposición. Parafraseando una película mía que se titulaba ‘Mamá cumple cien años’ me gustaría llegar a esos cien años –se quedó solo a nueve de lograr su objetivo– y que hubiera otra exposición como ésta, pero ya con todo el material que voy haciendo estos años», confesaba entonces Saura.  

En aquel ‘breve encuentro’ –parafraseando el clásico de David Lean–, Saura también se mostró muy contento de reencontrarse con una ciudad y una provincia que había tenido ocasión de recorrer de joven con su inseparable cámara fotográfica. «Me he prometido a mí mismo, y lo digo de verdad, el volver a León, porque cuando era joven me dedicaba con mi cámara fotográfica a recorrer toda España y una de las cosas que hice fue recorrer esta provincia, también Galicia y en general todo el norte de España. Y no he vuelto a hacerlo desde hace cuarenta o cincuenta años. Me he prometido a mí mismo dedicarme unos meses a esto, en un futuro muy próximo, y a conocer mejor la ciudad de León, que la conozco bastante mal».Inevitablemente surgió la poco inteligente pregunta de su preferencia personal por alguna de sus películas, a lo que Saura respondió que esas preferencias son más de índole sentimental que porque considere que una película es mejor que otra. «Tampoco me pregunto mucho si son buenas, regulares o malas. Algunas de las cosas que me hacen vivir el presente es olvidarme de las cosas que hago en el pasado. De hecho en estas exposiciones a veces me da mucho miedo mirar las fotografías porque uno ve realmente cómo el tiempo avanza y cómo uno se va de alguna manera destruyendo. Pero qué le vamos a hacer, uno es un trabajador y a lo largo de los años he ido acumulando todo este material».Magos de la luzCarlos Saura confesaba entonces que se aburría bastante durante los rodajes y que entre plano y plano lo que más le gustaba hacer era dibujar. Por ello sus ‘storyboard’ no cumplían rigurosamente esa función de visualización previa de los planos que se van a rodar con posterioridad. «Me gusta dibujar, lo hago normalmente en el rodaje, pero también antes, para recordar, o después de la filmación», reconocía un cineasta que supo rodearse de algunos de los mejores directores de fotografía del cine moderno, caso de los ya desaparecidos Luis Cuadrado y Teo Escamilla, o de Vittorio Storaro y José Luis Alcaine. «Entre ellos hay diferencias. Luis Cuadrado, como era del norte, se mostraba más estricto. Le gustaban los tonos más fríos y una fotografía muy limpia. Teo Escamilla era andaluz y se notaba con una mayor aportación del color, tampoco demasiado. Vittorio Storaro tiene esa cosa mediterránea, realmente mucho más creativa. La verdad es que Vittorio para mí es un revolucionario, en el sentido de que tiene una cultura muy amplia, enorme en todos los aspectos, y  colabora contigo en la realización de la película». El nombre de Alcaine no salió a relucir en aquella conversación, pero no cabe duda de que el iluminador de ‘Ay, Carmela!’ ha sabido  recoger las influencias de todos ellos.

Cada vez más alejado del cine narrativo, Carlos Saura reconocía sentirse poco interesado por el cine costumbrista. «Contar una historia de chico con chica, la verdad es que no me motiva, a no ser que tenga otra dimensión. ‘Hice ‘El séptimo día’ no hace mucho, pero era una película más interesante porque es casi impresionista, donde mostraba hasta dónde se puede llegar con una violencia irracional», concluía un Saura a la espera de que pudiera ver la luz su ‘Io, Don Giovanni’, que fue aclamada por la crítica en los festivales de Toronto y Roma.  
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