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El tercer español

19/02/2023
 Actualizado a 19/02/2023
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Hace unos días, a propósito de una noticia titulada «Dos de cada tres españoles apoyan que ricos y empresas tributen más», el dibujante Ernesto Rodera hacía la siguiente reflexión en Twitter: «Bien. ¿Qué hacemos con ese tercer español que no es rico ni empresa ni nada y que solo es idiota? Es una pregunta que me atormenta». Comparto el tormento y aplico la ‘lógica Rodera’ al resto de las noticias que vienen cargadas de cifras, que últimamente son la mayoría, una maraña de números que caen como una riada y que deja al lector la posibilidad de sacar sus propias conclusiones, no siempre tan ácidas ni tan lúcidas como las de Rodera.

Lo recordé el otro día al leer un artículo de Mar Iglesias sobre el programa Arraigo que la Diputación de León ha puesto en marcha durante los últimos meses. Lo hace a través de la empresa Proyecto Arraigo, que da el trabajo hecho, lo que más se valora en estos tiempos en la excelentísima institución provincial. El objetivo es verdaderamente ambicioso: conseguir habitantes de las ciudades que quieran irse a vivir a un pueblo y conseguir pueblos que quieran acoger a ‘urbanitas’ renegados de la ciudades. Una especie de Tinder de la despoblación.

Tras preguntarme qué tipo de fotos se harán a un pueblo para hacer su perfil atractivo (¿Los vecinos vestidos de domingo? ¿La vendimia? ¿Columpios oxidados por falta de niños?), lo primero que me recordó a la ‘lógica Rodera’ fue el titular de la noticia: «La provincia de León interesa a 200 de los 11.000 urbanitas que buscan pueblo». La pregunta es obvia: ¿Qué hacemos con los otros 10.800 que no parecen haberse enterado de que León, a pesar de casi todos sus políticos y de buena parte de sus vecinos, es una de las mejores provincias de España para vivir? Si de verdad quieren vivir en pueblo, ¿qué les espanta de esta tierra? ¿Acaso la falta de infraestructuras? ¿Acaso las previsiones del Instituto Nacional de Estadística? ¿Quizá el cierre de los consultorios médicos, las escuelas rurales y los bares de pueblo?Será que buscan destinos más cálidos, como dijo la diputada del área en sesudas declaraciones: «El único límite es el tema del frío».

Profundizando en la noticia, surgen más preguntas para la lógica Rodera. Según la Fundación BBVA, en España viven en pueblos rurales (la redundancia es suya) 6,4 millones de personas, y en las ciudades 38,8 millones. ¿Cómo es posible entonces que sólo 11.000 urbanitas estén dispuestos a hacer inverso al que hicieron sus antepasados? ¿Qué hacemos con los 38.789.000 españoles a los que les gusta el asfalto y lo único que quieren saber del pueblo es el frescor del verano y el reparto de las herencias? Quizá la explicación se pueda encontrar en que, para entrar a formar parte de esa base de datos que al parecer centra nuestra principal estrategia para luchar contra la despoblación, sólo hay que entrar en una web y rellenar un formulario. Sin ser excesivamente perverso, es de suponer que se puede mentir, como en todos los formularios, y decir que eres buen vecino aunque luego le pongas la zancadilla a los ancianos. Sin ser excesivamente sabueso, es de suponer que, si preguntaran en un atasco, en la cola de un ambulatorio o entre los que tratan en vano de cuadrar las cuentas de lo que cobran con el alquiler que pagan, serían muchísimos más de 11.000 los urbanitas que cambiarían su vida por la de un pueblo.

La noticia continúa y la diputada nos desvela que, si la provincia de León sólo interesa a 200 de los que quieren ruralizarse, a la provincia de León parece que éstos no le interesan demasiado, porque han sido únicamente 61 los ayuntamientos leoneses que han querido ofrecerse en este Tinder de la despoblación. Así que, teniendo en cuenta que aquí pierden población casi 200 de nuestros 211 municipios, y recurriendo de nuevo a la lógica Rodera, ¿qué hacemos con los otros 139 ayuntamientos leoneses que, pese a que se están convirtiendo en desiertos demográficos, no muestran el más mínimo interés en intentar atraer población que invierta su decadencia?

Los responsables de Proyecto Arraigo, empresa bienintencionada que adquirió su primera experiencia en las Tierras Altas de Soria (donde no cabe duda que, como aquí, les queda mucho por hacer) aportan más datos y más preocupantes: de los urbanitas que ofertan para repoblar los pueblos, sólo un 50% están preocupados por el trabajo. Esto plantea dos preguntas. Para empezar: ¿Qué ofrecemos a la mitad que quiere trabajar? Y, claro: ¿Qué hacemos con la otra mitad? Puede que sean jubilados o, en el mejor de los casos, teletrabajadores. A los que quieren teletrabajar desde nuestros pueblos pero no tienen la calidad de red necesaria para poder hacerlo, ¿les pedimos además paciencia? Es prácticamente seguro que sus empresas no tendrán problema en esperar a que se cumplan las promesas de que la fibra óptica llegará muy pronto, tan pronto como han llegado al medio rural el resto de sistemas de comunicación: cuando su tecnología ya se ha quedado desfasada.

Pero si la estrategia provincial para luchar contra la despoblación parece cuando menos dudosa, hay más soluciones... y más preguntas. Desde la Junta de Castilla y León llegan noticias de que su apuesta para repoblar se basa en evitar abortos, y que su gran preocupación se centra en el derecho a la vida más que en los que tenemos que buscárnosla. Y eso es, principalmente, porque, entre otros, 34.612 leoneses votaron a VOX en las últimas elecciones. Así que, sí, yo también me lo pregunto: ¿Qué hacemos con los 34.612?
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