Alfonso B&W

El sueño español

24/12/2015
 Actualizado a 11/09/2019
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Siempre he sido poco afortunado en la cosa del juego. Hasta tal punto es así que ya casi ni invierto en lotería, que era lo único que me hacía algo de ilusión en estas fechas de estomagantes imposturas.

Pero algún décimo siempre cae y yo, ingenuo de mí, tenía la esperanza de poder retirarme al mundo rural y montar de una vez por todas la fábrica de madreñas que tengo planificada con mi amigo Félix. No será posible, al menos por ahora. Siento decirle que tendrá usted que seguir aguantándome cada jueves en estas líneas.

El caso es que siempre dicen en la tele que los premios están «muy repartidos», algo muy similar a lo que ha ocurrido con los escaños del Congreso. Cada partido ha logrado hacerse con un ‘pellizco’ de la representación ciudadana, aunque me da la sensación de que ninguno está para sacar las botellas de espumoso a la puerta de su sede, donde cada vez hay menos gente.

Sí lo pueden celebrar los españolitos de a pie que van a librarse de la hipoteca o a vivir con más desahogo, pero los gestores de la cosa pública tienen demasiados agujeros que tapar. Si en siete años no han sido capaces de enderezar definitivamente el rumbo de este nuestro país, mucho más difícil se antoja el reto en un escenario político similar a un triste surtido de polvorones, peladillas y uvas pasas.

Me quedo por tanto con esa señora de 90 años con un décimo del segundo premio, a la que le saldrán más ‘novios’ que a Soraya y a Susana. Me quedo con el inmigrante que llegó hace años en patera y que ha cumplido el sueño español, vivir de lo público o que te toque la lotería.
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