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El Sr. Presidente se presenta ante ustedes

22/01/2018
 Actualizado a 10/09/2019
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La visita mañana del Presidente del Gobierno a esta ciudad ha de servir para mucho más que para enmendar el error de sus declaraciones sobre la Cuna del Parlamentarismo, aunque esa sea, al parecer, la razón fundamental de su visita. Ya sé que nos puede la justicia histórica, reivindicada largamente, y que no está mal reconocer las viejas glorias y los hechos notables del pasado, pero convendría insistir también en los numerosos débitos del presente, en las muchas cosas que esta ciudad, esta provincia, y, toda la España interior en realidad, necesita para no perder, por enésima vez, el tren de la modernidad europea. Quizás sea el tren, precisamente, el mayor logro en los últimos tiempos: ha habido que esperar, es cierto, pero sabemos que el transporte es uno de los elementos imprescindibles para el progreso. Aunque aún pendientes de la resolución final de los problemas técnicos de la entrada y salida del ferrocarril de esta ciudad, se han acabado (o vamos camino de que se acaben) los problemas vergonzosamente enquistados que parecían condenarnos por toda la eternidad, como aquel paso a nivel de nuestros pecados. Sin duda, la alta velocidad está contribuyendo a insertar la ciudad en el conjunto de España. Ha contribuido a que se acerque a la capital, o la capital a nosotros, y ha traído, de eso hay datos fehacientes, muchos más visitantes, que ahora ven la ciudad (y la provincia) mucho más a mano, y desean conocerla mejor. Si el tren de alta velocidad se completa con una buena integración urbana del ferrocarril y una apuesta por el trasporte limpio, y también, por qué no decirlo, por la implantación de la bicicleta, quizás podamos convertir esta ciudad en un ejemplo de movilidad rápida y verde.

Si dejamos de ser permanentemente escépticos de nosotros mismos, ese deporte que siempre hemos practicado con apasionamiento, quizás los próximos años puedan suponer un repunte en nuestras vidas cotidianas. Poner a León en el mapa es importante, y eso se hace con esfuerzo, con imaginación, y también con apoyos. Pero nada se hará si nosotros no empujamos para que se haga. Si, por el contrario, jugamos a descreer, a negarnos a nosotros mismos, a acusarnos de carencias de todo tipo los unos a los otros (sin necesidad de que vengan otros a recordárnoslo), mal vamos. La arrogancia es muy mala consejera, y es un síntoma de ignorancia. Pero el escepticismo permanente, el descrédito como norma, la tentación de escrutar al vecino para desacreditarlo, en lugar de intentar mejorar nosotros, me parece una debilidad considerable, un lastre social de graves consecuencias. En general, en la vida, pensar en positivo es mucho mejor que pensar en negativo. Y además uno está mucho más feliz cuando lo hace.

La visita de un presidente del Gobierno (que además vivió en esta ciudad y la conoce bien) siempre puede resultar aprovechable. España vive un momento complejo, no sólo por los problemas territoriales (o más bien por el problema territorial), sino por otros muchos de diferente índole, derivados sobre todo de años de grave crisis económica que León, desgraciadamente, ha sufrido con especial dureza. Problemas que se agudizan con el momento global del planeta, instalado en una peligrosa deriva, sobre todo mediática, en la que las falsedades, la presión a veces preocupante de las redes sociales, la siembra sistemática de odios y de miedos, están produciendo graves taras y fracturas en muchas sociedades, de manera especial en el Primer mundo. Lo que se esperaba como un comienzo del siglo XXI basado en el equilibrio, la moderación, la razón, la educación, el conocimiento y la ciencia está girando peligrosamente hacia el brutalismo, la imposición, cuando no hacia una mirada retrógrada, casi orwelliana, en muchos aspectos de la vida. Los gobiernos deben contribuir a recuperar la calma y la tranquilidad, obrando con mesura y equilibrio, pensando en grande y con un sentido positivo, sin mezquindades, y sin dejarse amedrentar ni coaccionar por nuevas formas de dominio mediático, que sin duda existen.

Afortunadamente, esta ciudad (y esta provincia) es extraordinariamente tranquila y creo que maravillosamente razonable cuando se lo propone. Sin embargo, junto a los problemas crecientes del mundo y las paradojas de esta sociedad tecnológica, hay otros muchos asuntos que lastran nuestro futuro. Son asuntos que no se pueden solucionar de buenas a primeras, que se han amasado a lo largo del tiempo, y que, como casi todos, necesitan reflexión y medidas constructivas. Algunos sólo están parcialmente en nuestra mano. La creciente desertización, los problemas derivados de la sequía (que este año se han vivido con crudeza), es un elemento estructural que toda la España interior debe solucionar, y León de manera particular. El gobierno tiene que ser sensible a las demandas rurales. Recuperar el muy abandonado tejido rural es un asunto prioritario. Para ello hay que construir infraestructuras y favorecer los cultivos y las explotaciones. Los productos de denominación de origen, las denominaciones locales protegidas, etc., constituyen un nicho favorable para el desarrollo rural, junto al turismo ecológico o cultural (en el que León tiene tanto que decir). Es necesario intervenir en asuntos fundamentales como el imparable envejecimiento y la despoblación, y en una de sus derivadas: la gravísima escasez de nacimientos. Para intervenir con eficacia hay que poner en marcha medidas sociales de gran calado, apoyo a las parejas jóvenes, subvenciones para la reforma de inmuebles, para la adecuación de industrias o comercios, etc. Sin olvidar el Camino de Santiago como un elemento en alza, de gran prestigio cultural, espiritual y ecológico en el extranjero (lo he comprobado en muchas ocasiones), que a veces no valoramos lo suficiente: quizás porque siempre lo hemos tenido ahí. El Camino de Santiago tiene que convertirse ya en uno de los vectores de dinamización de esta provincia.

El gobierno, en la figura de su presidente, ha de ser sensible a estas demandas, por lo demás creo que sobradamente razonables. Esta misma semana los consejeros de educación de Asturias, Galicia y Castilla y León se reunían en esta ciudad para concretar algunos aspectos quizás más locales sobre el Pacto educativo. La educación es lo único que nos salvará. La educación, la investigación y la ciencia. Tampoco se pueden obtener resultados inmediatos, pero es una siembra segura. El apoyo a la escuela rural, al parecer uno de los acuerdos derivados de esa reunión, me parece especialmente elogiable. Hagámoslo. Si queremos una sociedad sin desigualdades, sin odios, mejoremos la educación de nuestros niños y niñas y de nuestros adolescentes. Mucho mejor hacer sociedades más libres, más abiertas, más concienciadas, que sociedades asustadizas, temerosas, alarmistas, que sólo reaccionan ante factores de índole punitiva, no siempre efectivos y a veces, incluso, muy contraproducentes.

Es necesario potenciar la industria y los servicios en esta provincia, porque urge la generación de puestos de trabajo de calidad. Tras la ya larga crisis de la minería, que ha afectado a León quizás más que a ningún otro lugar, y que necesita atención, se impone un apoyo a ciertos sectores que podrían hacer de esta tierra un enclave decisivo en el terreno tecnológico. Junto a lo ya existente, como el INCIBE, por ejemplo, la idea de un polo de desarrollo científico y tecnológico para León no es una cuestión baladí, sino una apuesta de futuro en la que debemos insistir sin cejar en el empeño. La instalación de Tesla España en León es, sin duda, una idea que debe impulsarse de inmediato. Dadas las características de Tesla, la elección de León como nudo tecnológico, a la manera de algunos enclaves irlandeses que constituyen un auténtico Silicon Valley en aquel país, debe defenderse con entusiasmo, porque es muy coherente. Sí: luchemos para que León sea un centro de desarrollo tecnológico. Y hagámoslo saber al Presidente.

Indiscutiblemente, que León sea la capital gastronómica 2018 es una gran noticia. Lo importante es que no se olvide en 2019. La Ruta Gaudí, en el 125 aniversario de Botines, es un estupendo impulso turístico que debe sumarse a otros muchos. Son innumerables las acciones que pueden acometerse y para las que León cuenta con un bagaje más que sobrado. Bien está el reconocimiento de la Unesco como Cuna del Parlamentarismo, que sin duda Rajoy subrayará mañana, y bien está defenderlo: me conformo con que sea el punto de partida para el despertar, por fin, de esta tierra extraordinaria.
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