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‘El Sordo’ que sí oía, Miguelín

10/04/2022
 Actualizado a 10/04/2022
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De repente te das cuenta de que «poca broma», que se acaba de ir otro de esos paisanos que podemos colocar en la casilla de «buena gente» sin hacer trampas al solitario y, además, fiel integrante del grupo más admirable que puede haber en esta sociedad de chisme y cabronicio sobre lo ajeno, aquel de los que dicen: «A mí cuidados ajenos, me cuelgan...», en lo referente a meterse en la vida de nadie, si era para echar una mano, no lo dudes, allí estaba.

Por cierto, hablo de Miguelín el de Genicera, al que todos llamaban El Sordo por razones obvias, pero que yo mantengo una larga sospecha de que este sordo sí que oye... Otra cosa es que le interese lo que escucha.

A Miguelín, que se acaba de ir en silencio, sería imposible retratarlo sin una sonrisa, la tenía puesta, era con la que te recibía siempre seguida de un ¿qué tomas? Y ahí entraba su sordera selectiva, si le contestabas que sí pues adelante y si le contestabas que no pues pedía «otra cerveza» y sonreía.

- Te dije que no quería.

- No te escuché, ya está puesta habrá que tomarla; y se señalaba para el audífono como disculpando que nunca escuchaba las negativas.

Siempre iba «a su bola» que dicen los chavales pero siempre tenía la puerta abierta a la tuya. Y una sonrisa puesta. Ganadero, albañil durante muchos años, buen cantero... siempre que no tuvieras prisa, era un mundo que no entendía el de tener prisa, el de no tener un rato para los amigos, el de no estar en las celebraciones de su pueblo, el de no recibirte con una sonrisa y una forma de ver la vida.

No se le olvidará jamás al médico del pueblo cuando vio los análisis y le dijo que tenía que dejar el embutido y también de tomar el vino.

- Bueno, pues si no hay que comer más embutido, no se come.

- Y el vino; le insistía.

- Si no es jamón se come otra cosa.

- Y el vino; otra vez.

- Mire, ya le había entendido. Pero el vino y yo llevamos 60 años juntos y nunca tuvimos problemas...
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