El sol de los muertos

Los cementerios cubiertos por las aguas de los pantanos leoneses han comenzado a emerger ante el descenso del nivel de los embalses, provocando las visitas de antiguos habitantes y simples curiosos de estampas singulares

Fulgencio Fernández
04/09/2017
 Actualizado a 19/09/2019
El cementerio de Escaro es un caso curioso, una parte de él es lo único que se salvó de las aguas y allí permanece de vigilante guardián.| CECILIA ORUETA
El cementerio de Escaro es un caso curioso, una parte de él es lo único que se salvó de las aguas y allí permanece de vigilante guardián.| CECILIA ORUETA
"La luna es el sol de los muertos", escribió Paul Valery en su gran obra, El cementerio marino. Esa misma frase la repetía uno de los personajes de Luna de lobos, de Julio Llamazares, un maquis, consciente de que su vida solo era posible por las noches, cuando susol es la luna.

Sin sol viven —seguramente no es la palabra apropiada— los cementerios y los pueblos que han quedado sepultados bajo las aguas de los numerosos pantanos de esta provincia: Oliegos, Bárcena, Luna, Vegamián, Riaño... La sequía ha propiciado niveles mínimos de las aguas en todos ellos y así han emergido los pueblos —excepto, Riaño, donde no quedó piedra sobre piedra— y con ellos el lugar más venerado y respetado, los cementerios, propiciando algunas historias singulares.

Precisamente en Riaño, donde fueron derribadas las casas como nunca se había hecho antes, también se «sellaron» sus dos cementerios (el viejo y el nuevo) colocando en su espacio una gran plancha de hormigón, que también ha quedado al descubierto y algunos antiguos vecinos se han acercado al lugar y han colocado flores o han hecho cruces con las piedras que hay en el lugar.- ¿Porqué precisamente ahí?- Porque recuerdo perfectamente el cementerio y calculo que a esta altura estarán los abuelos; comenta María, que reclama intimidad para su visita a este lugar. No es solo el cementerio de Riaño, los había en los nueve pueblos y todos han corrido la misma suerte pues cuando se cerró el pantano no se había habilitado ningún nuevo espacio para si algún vecino quería trasladar a sus antepasados y salvarlos de las aguas. El caso más singular sea seguramente el cementerio de Escaro, que estaba justo en la cota más alta del pantano y allí permanece, salvado de las aguas que a veces entran, como permanente vigía de los fondos oscuros del embalse. El paisaje más siniestro lo ofrece seguramente el pantano de Luna, dado que el nivel de las aguas es mínimo y eneste casi sí permanecen los restos de los pueblos enterrados bajo sus aguas. Como permanecían en Vegamián y propiciaron en un desembalse ‘técnico’ en los años 80 que dejar a la vista las tripas del embalse hiciera que un hijo de aquel pueblo, el escritor Julio Llamazares, cambiara sobre la marcha la historia que iba a contar en la película El Filandón de Chema Sarmiento y la sustituyera por la que finalmente apareció en la cinta y que él mismo recordaba: «Yo escribí un guión para rodarlo en un pueblo cercano al pantano y al llegar para rodar lo primero que veo son las ruinas de Vegamián emergidas del agua. Estaban vaciando el embalse para revisar la presa. Fui a la casa en la que nací: estaba llena de truchas muertas atrapadas en el lodo. Escribí tres poemas pero fui incapaz de seguir. Me di cuenta de que la palabra es muy limitada, y yo, más». A las imágenes de Retrato de bañista publicada en libro pertenece la fotografía que aparece en estas mismas páginas, del leonés Gus Berrueta. Es cierto que no solo han emergido de las aguas de los pantanos los cementerios, pero no es menos cierto que son éstos los que protagonizan los momentos más cargados de emotividad. Baste recordar una historia de otro de los pantanos leoneses, el de Oliegos, cuyos vecinos fueron «sacados» de sus casas , en un día de noviembre de 1945. Llevaban sus pertenencias en carros hasta la estación de Porqueros. Ya en su destino, en la localidad vallisoletana de Foncastín, los vecinos recordaban aquellos duros momentos y, sobre todo las mujeres, lo que más les había molestado es que no las dejaron detenerse en el cementerio para despedirnos para siempre de los nuestros».Tal vez por ello regresan al lugar, para cumplir lo que el ingeniero escritorJuan Benet, constructor delpantano de Vegamián, auguró: «Volverás a Región».
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