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El silencio que queda

20/05/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Anduvo en boca de todos, estos días, el intento de un juez de cerrar un gallinero en un pueblecito de Asturias, porque el canto de los gallos molesta a los ocupantes de una casa rural; y el cronista ha recordado las ocasiones en las que, en el cruce de Cármenes hacia Villamanín, y yendo de paseo con la Gali, se detenía un coche, y asomaba una jeta por la ventanilla, para recriminarle la alfombra, verde y blanda, de ‘boñicas’ de vaca que, como ‘vía láctea’, señalaban el paso de las vacas desde los establos hasta los pastizales. El silencio que quedaba después de aquellas conversaciones provocaba náuseas. La soledad, tan puñetera ella, insta a afilar el habla y la ironía estalla. ¿Cómo sería que hasta la Gali se espantaba y se escapaba hacia el ‘Hostal Las nieves’ para reclamarle a Geli el hueso acostumbrado?

Estos días también tuvo lugar el rifirrafe en el Parlament de Cataluña entre el honorable Presidente Quim Torra, y la diputada de Ciudadanos catalano-andaluza Inés Arrimadas. Ante el lamento, en catalán, de ella, de que no se estaba legislando nada, siendo así que la función de aquella cámara es esa precisamente, el otro arguyó, con evidente indecencia: «¿Escucha usted este silencio? Pues esto es lo que queda después de su paso por este Parlament…». Es la estrategia del independentismo: Primero, la inmersión lingüística; y ahora, la apropiación de las instituciones. La última (apropiación) la de la Cámara de Comercio para la que se elige al ultra independentista Joan Canadell, quien declara: «España se va al carajo, pero Cataluña va viento en popa».

El silencio que te echa encima un alma simple, que, además, se cree magnífica, a modo de manta para apagar lo que arde, es como el polvo del camino por el que hemos llegado allí donde nos dirigíamos, un lugar llamado dignidad, en el que sobran todas las palabras. Romper, aún más la convivencia entre las dos comunidades en Cataluña, eso sí que es un silencio irrecuperable. Dos comunidades que a fecha de hoy pueden considerarse al cincuenta por ciento. Dos comunidades abocadas a un enfrentamiento del que no saldrá nada bueno si la soga sigue tensando.

No todos tenemos modales en ciertos momentos. «Esto es para los que estamos hechos a ello» como le responde Angelina la de Casasuertes a Fulgencio, a propósito de la dificultad de sobrevivir en la España vaciada. El silencio que queda después de un insulto, tan solo alcanzan a oírlo los perdedores naturales. Los que se creen superiores, en cambio, tan solo oyen los desprecios; ensimismados, tan solo pueden escuchar sus propias palabras.
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