El silencio de los Aquilianos

"Afirmaba Heráclito que en la circunferencia, el comienzo y el fin coinciden. Hoy terminaremos nuestro periplo circular de 80 horas en Peñalba de Santiago, el mismo lugar donde empezamos"

Alfonso Fernández Manso (Texto) / Isidro Canóniga (Fotos) / Óscar Fernández Manso (Cartografía)
08/09/2016
 Actualizado a 18/09/2019
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Las agrestes laderas de Aquilianos están llenas de Silencio. Fueron el territorio preferido tanto para el recogimiento de monjes como para ocultarse los perseguidos maquis después de la guerra civil. Hoy casi despoblado, el silencio de estos parajes es uno de los placeres más grandes que podamos encontrar en nuestra vida, el silencio junto al sueño, son fundamentales para mantener una mente sana y se han convertido en un lujo inalcanzables en nuestra cultura. Este silencio de Aqulianos sigue siendo uno de los más elevados tesoros del Bierzo. Este silencio sólo acoge rumores animales, brisas frescas, aromas polifónicos y una gran vida oculta entre la memoria de las rocas

¡Empecemos a caminar! Saliendo de la localidad de Las Médulas y siguiendo la senda, nos adentramos en lo que propiamente dicho son Las Médulas. Atravesando la frondosidad del paraje llegaremos al Mirador de Orellán, donde disfrutaremos de una de las visitas más emblemáticas de la explotación minera, y donde visitaremos las antiguas galerías de la explotación aurífera.
Saliendo de Las Médulas hacia la derecha nos encontraremos con una pista que siguiendo la ruta de los antiguos canales romanos, que traían el agua que surtía a la explotación minera de Las Médulas, nos encaminará hacia el pico La Quiana. En el transcurso de este silencioso camino podremos disfrutar de impresionantes vistas de la Cabrera, y ¡como no! de la hoya berciana y de todo el conjunto montañoso que confiere esta singular circularidad a nuestra comarca Una vez en el pico La Quiana, seguiremos por un sendero que nos conducirá a los valles de la denominada “Tebaida Berciana”. Bajo la atenta mirada de los Doce Apóstoles y una vez hayamos entrado en este valle, llegaremos a la localidad de Montes de Valdueza, donde disfrutaremos de una de las aldeas más emblemáticas de nuestra comarca, la cual está caracterizada por una construcción tradicional típica de la zona, y donde nos encontraremos uno de los restos religiosos más importantes de la región, el Monasterio de Montes de Valdueza, símbolo emblemático de esta localidad pero escasamente conocido por muchos de los visitantes de estos valles.

Una vez visitado el pueblo y el Monasterio nos dirigiremos por un pequeño sendero, tantasveces surcado por San Genadio, y que nos encamina hacia una de las localidades más bellas del norte peninsular: Peñalba de Santiago. La pequeña senda coincide con el camino que los antiguos habitantes del monasterio realizaban para llegar a uno de los lugares de recogimiento y oración. En ese pequeño sendero nos encontraremos con una singular particularidad, una extraña espiral realizada en piedra cuyosignificado desconocemos, pero que da sentido a una de las vistas más bonitas de la localidad de Peñalba de Santiago.

Al final de esta espectacular senda se encuentra la población de Peñalba de Santiago, donde podremos visitar la peculiar iglesia de Santiago de Peñalba y el conjunto arquitectónico de un pueblo situado en un marco realmente majestuoso a las faldas de la Peña Alba, que da nombre al pueblo, y en la inmensidad de un entorno natural prácticamente virgen como el Valle de Silencio.

No te olvides de visitar la Cueva de San Genadio, donde se retiró el santo, situada en la pared de la montaña muy cerquita de Peñalba de Santiago. En esta cueva el santo dicen que pasaba largas temporadas meditando. El nombre del valle del Silencio proviene de la siguiente leyenda: ”cierto día San Genadio estaba meditando en su cueva, pero el murmullo del río no le permitía concentrase, así que, golpeando con su cayado, dijo: "cállate" y el río dejó de hacer ruido”.

Un estado de silencio, paz y relajación, son los requisitos para el funcionamiento correcto de la mente y la percepción precisa de la realidad. El estado natural de la mente emerge cuando se logra cultivar el silencio. Ya San Genadio descubrió que el silencio nos permite sentir la vacuidad de la vida. Paradójicamente, al ciudadano moderno la vacuidad le produce horror y estrés y rápidamente busca llenar el espacio de objetos y el silencio de ruido. Hoy podrás experimentar el poder reconfortante del silencio. Un silencio que seguro que te habrá acompañado a los largo y ancho de estas 80 horas que hoy concluyes aquí.

Recuerdo ahora las palabras del poema Itaca escrito por Cavafis. Como él pienso que cuando emprendas tu viaje deberías pedir que el camino sea largo,lleno de aventuras, lleno de experiencias. Que no deberías temer a nada, que deberías detenerte en sus paisajes y conversar con su paisanaje. Creo que todo esto lo habrás hecho en este singular periplo y que habrás aprendido de todos los sabios que en el camino conociste. Tuviste siempre el origen en tu mente porque finalmente este sería tu destino. ¡Lo conseguiste! ¡Completaste las 80 horas más intensas e inolvidables de tu vida! Al llegar sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, entenderás ya que lo más importante no fue llegar a la meta sino el camino vivido. ¡Hasta siempre amigo!
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