El sermón de la cantina

08/01/2016
 Actualizado a 31/08/2019
2016-01-08-a-la-contra.jpg
2016-01-08-a-la-contra.jpg
Llego a este rincón de salida más presionado que nunca, con miedo al qué dirán. Yes que la escribo en un bar y en el centro del mismo un cliente lee el periódico en alto, con comentarios y apostillas para que escuchemos todos los presentes, nos interese o no. Es cruel con los colegas, no comparte con ellos nada, ni sus comentarios sobre el vestido de la Pedroche –«no veo yo dónde está el mérito de enseñar todo el mostrador»–, ni con los lugares dónde tocó la lotería –«siempre dicen que le toca a los pobres y cada día hay más pobres»–o, incluso, les llega a echar la culpa del libertinaje que hay en el mundo –«ahí en Ibiza creo que los alemanes y toda esa gente, el sexo a miembro lleno»–y, sobre todo, de la correspondencia que le dejan en su buzón: «¿Cómo puede gastar papel, sobre y sello el Montoro ese para decirme que me ha subido la pensión dos euros?Según lo vi, papelera, y que no me escribas que acaba en el mismo sitio».

Y así siguió con Messi, Zidane, Podemos y lo que le vino en gana. Ni el chiste se salvó.

¿Qué contarle ahora de la imagen?, ¿con qué cara me quedo si hoy volvemos a coincidir y elige para su sermón de la cantina esta última página? ¿Le molestará si pido que no nos tapen a nuestro León, que dejen libre el horizonte para que se vean nuestras bondades? No me lo puedo imaginar.

Claro, que si a mi me suben la pensión dos euros y me escriben...
Lo más leído