El Serengueti en el corral

Nunca le pagaremos a Rodríguez de la Fuente, el amigo Félix, que en mitad de aquellos veranos azules, las eurovisiones con Massiel o sin ella y la música del No-Do interpretada por el maestro Rafael Ibarbia fuera capaz de meter en las cocinas de todas las casas los majestuosos vuelos de halcón, la habilidad de okupa de nidos del alimoche, la lucha por la supervivencia del águila imperial despeñando una cabra y, sobre todo, de encogernos el corazón esperando el desenlace de las andanzas del lobo con música de película de suspense de aquel maestro de las bandas sonoras que era Antón García Abril.

Así fue como el amigo Félix nos llenó la cocina de buitres sabios, cervatillos, águilas, abejarucos, zorros o halcones peregrinos. Hasta el cormorán parecía menos zampón, hasta el lobo acabó siendo entendido por los pastores.

Por la brecha que él abrió entraron los documentales del Serengueti, las fechorías de los grandes depredadores , los documentales de La 2, aquellos que todos veían y no aparecían en las estadísticas...

Tal vez aquello tenga mucho que ver con lo que ahora disfrutamos viendo en directo, allí a nuestro lado, como en el corral de casa, a los búhos, halcones, gavilanes, azores, águilas de harris, cernícalos y tantos otros que nos acercan las jornadas de cetrería.

Por una vez vemos un mundo que es verdad. Menuda novedad.