El rodaballo más leonés

No es fácil encontrar pescado recién salido del mar, así que la opción de los productos frescos de Alimerka es la más recomendable si se quiere disfrutar de la mejor cocina en León, mucho más en el restaurante Las Termas

Sergio Jorge
27/03/2016
 Actualizado a 06/09/2017
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El Restaurante Las Termas está en un lugar privilegiado de León, porque está a pocos metros de la Catedral pero a la vez resguardado del trajín de la calle Ancha, la principal vía de la ciudad por el gran número de personas que pasan por allí a diario. Es en la avenida con más solera de la ciudad donde está el origen de este establecimiento, Albany, la pastelería más histórica de la capital leonesa, y que es sustentada ya por la tercera generación, al igual que el hotel situado en el mismo edificio.

La comida tradicional de León es revolucionada por su cocinero, Fausto Cuesta, que es el encargado desde que el establecimiento abriera hace once años, un chef que tiene 30 años de experiencia, lo que asegura una alta calidad en todas sus propuestas. Pero si a esta garantía gastronómica le unimos los productos de Alimerka, acudir a Las Termas se convierte en un festival culinario al alcance de todos los públicos.

La propuesta que este restaurante hace sería arriesgada si se depende de un producto tan especial como es el pescado fresco, pero como la cadena de supermercados Alimerka es la encargada de suministrar los ingredientes, el éxito está asegurado. Así que no es de extrañar que Fausto reconozca primero en el supermercado y luego durante su elaboración que el rodaballo es de una calidad excepcional y, por supuesto, lo más fresco posible.

Crujiente de berenjena con crema de queso y miel, rodaballo asado al horno y peras al vino tinto fue el menúSobre él va a girar una comida que, aunque sea en Las Termas, en pleno centro de la capital leonesa, va a viajar a todo el mundo. Porque el protagonista es el escritor Gabriel Quindós, que hace pocos meses publicó un libro de viajes en el que se alternaba su visión de Vietnam con breves cuentos en los que se recreaba la vida cotidiana del país asiático. Pero también se habló de Nicaragua, de donde acaba de llegar tras otro viaje en el que las experiencias a buen seguro fueron tan intensas como las de Vietnam. ¿Y cuál será su próximo libro? Ese fue el secreto que ni el rodaballo ni el crujiente de berenjenas fue capaz de convencer a Quindós para que desvelara a los comensales.

Yes que en esa comida también estaba presente una de las propietarias, María José Álvarez Casáis, así como la arquitecta Belén Martín-Granizo, el director general de La Nueva Crónica, Raúl de las Heras, el director de este rotativo, David Rubio, así como Carmen López, también del periódico.

En uno de los pequeños salones del restaurante Las Termas se desarrolló la comida, donde el rodaballo fue sin duda el protagonista porque no dejó a nadie indiferente:todos los sentados a la mesa se deshicieron en elogios porque se notaba que la frescura era máxima, y el tratamiento de Fausto lo confirmó.

Pero también las berenjenas fueron muy aplaudidas, así como el postre de peras al vino tinto. Y todo regado con vino tinto y blanco, por lo que el meridaje rozaba la perfección gastronómica.

El invitado especial fue el escritor Gabriel Quindós, que también disfrutó del rodaballo como el que másPero para llegar a este punto, Fausto Cuesta acudió a primera hora de la mañana al supermercado Alimerka de la Avenida Reyes Leoneses para adquirir todos los productos que necesitaba para elaborar la comida que después resultó tan exitosa, algo que también era previsible si se mezclan manos expertas con alimentos de primera calidad.

Así que en el carro se iban acumulando los productos estrella como los diez rodaballos o las cuatro grandes berenjenas para los ocho comensales, pero también crema de queso, un bote de miel, nata líquida, aceite de oliva, un litro de vino blanco Alimerka, tres botellas de DO Bierzo, un kilo y medio de almejas gallegas, pera conferencia, dos litros de helado de Stracciatella o dos kilos de patatas Sabrosona. Tampoco faltó el buen vino tinto y el blanco, así como orujo de hierbas y otra de crema de orujo.

El resultado, como ya se ha dicho, fue espectacular, tanto del crujiente de berenjena con crema de queso y miel como del rodaballo asado al horno con patata panadera y almejas y de las peras al vino tinto con nata y helado de stracciatella.
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