07/05/2021
 Actualizado a 07/05/2021
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Al fin, después de tenerlo guardado en el baúl de los recuerdos, se ha aprobado la eliminación (casi total) del impuesto de sucesiones y donaciones en primer grado, o sea, para los ascendientes y descendientes directos, gracias, según todos los indicios, al cabreo originado por la puesta en marcha de la moción de censura en nuestra comunidad. Bueno, al fin, más de unos padres podrán dejarle algún piso a sus hijos, porque, de otra manera, no van a poder tener uno en propiedad en su vida.

Ya me hubiera gustado que lo hubiera sido al empezar la legislatura, cumpliendo las condiciones de pacto, y no así, pero, bueno, hágase el milagro, hágalo el diablo, aunque se nos diga que las condiciones económicas actuales lo permitan (¿?), en lugar de admitir que se prometió y se pospuso, además de que, ya está bien de exprimir el limón.

Y claro, como los vientos generales, entendiendo por generales el gobierno central, van por otros derroteros, los de la armonización, dicen, que consiste en subir todos los impuestos y especialmente éste, transferido, en lugar de hacerlo a la baja, inmediatamente se levantaron las voces de la oposición con la razón ‘de peso’ de siempre: eso sólo favorece a los ricos. Además de la tremenda quiebra del sistema, por la no recaudación unos 35 millones de los 12.000 largos el presupuesto de la Comunidad. Una tragedia.

Supongo que se le olvidó decir que, como ya desde hace lustros, los ricos son los que tienen algo, aunque sea poco, porque a los ricos, los que son ricos y que una vez definió Lalo Azcona (presentador de TVE que muchos recordarán y que se pasó a los negocios, con mucho éxito, por cierto), son «aquellos que pueden vivir de los intereses de los intereses». Esos son los ricos, los de verdad, y a los que esto ni les va ni les viene, porque juegan en otra liga.

Un impuesto injusto del que, además, no tienes escapatoria, pues te conviertes, al recibir los bienes, en un comprador obligado teniendo muchas veces que renunciar por imposibilidad de hacer frente a los pagos al fisco.

En fin, que esta clase media, «sufridora en casa», como se decía en el ‘Un, Dos, Tres’, mayoritaria por ahora, que ya veremos en lo que queda si esto sigue así, esta clase media, digo, recibe, al fin, una buena noticia, aunque, me temo que por poco tiempo, pues ya se avista en lontananza no sólo la derogación por vía decreto gubernamental (corred amigos, haced vuestros deberes ya, que para diciembre se habrá acabado), además un paquete de nuevas metidas de mano al bolsillo. Unas cuantas, que sepamos, y vaya usted a saber las que no sabemos.

A toda la larga lista de impuestos y eliminación de deducciones ya en vigor, se va a añadir eliminar la posibilidad de la declaración conjunta de los matrimonios, para así «fortalecer el trabajo femenino», y recaudar 2.000 millones más. Hay que tener cara.

Un «pequeño» impuesto a la circulación por autovías, algo así como 4 céntimos por kilómetro, de manera que el ir de vacaciones a Andalucía, por ejemplo, en ida y vuelta, supone 64 euros, una minucia, que, puesta en pesetas de las de antes son, tachaaan, 10.000 pesetazas. Vaya.

Se rumorea, espero que sea incierto, pero vaya usted a saber, porque la imaginación fiscal no tiene límites, que se va a plantear la posibilidad de considerar el tamaño de los coches para ‘afinar’ los impuestos a los vehículos.

¿Y qué más? A lo mejor nos ponen un contador de respiraciones. Total, ya llevamos mascarilla.

Todo ello mientras nos aseguran que no nos quejemos, que en Suecia (siempre Suecia con sus enormes servicios a la población) el IRPF llega al tipo del 75%. Yo tengo amigos suecos y les pregunté ¿Es cierto? Sí, pero, en primer lugar eso es para ingresos excepcionales, de millones de euros y, en segundo lugar, allí el IRPF es un impuesto único en el que está incluida la seguridad social y la pensión, no como aquí, que es aparte y que habría que sumar al IRPF nacional para homogeneizar. Suma, amigo, y verás cual es la imposición real.

También nos cuentan, porque es un cuento, que aún tenemos margen para gravar si comparamos con los tipos europeos, pero se callan lo que es el esfuerzo fiscal, que un 25% (por ejemplo) para un sueldo de 1.200 euros es mucho más, a efectos de lo que queda para el diario, que un 30% de un sueldo de 2.500 euros del mismo oficio, de la misma persona, en Alemania y aledaños.

¿Queda margen? Pues sí. Aún queda margen… hasta el 100%, claro, porque trabajar para el fisco entre seis y siete meses del año, según los casos, parece poco, digo yo.

Y si tan necesario es seguir lo que se hace en Europa en cuestión de impuestos, me pregunto por qué nos los suben mientras en el resto de la Comunidad se bajan.

Dicen que la prostitución es el más viejo oficio del mundo. Pues visto que de la recaudación fiscal hay pruebas que se pierden en el tiempo, estoy empezando a pensar que, a lo peor, porque peor es, no es aquél el oficio más antiguo del mundo.

En fin, que me siento como un vaso de leche en el que periódicamente se mete el bizcocho para sacarlo bien empapado. Lo malo es que, al final, la leche se acaba.
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